Peripecias de un alcalde de pacotilla

Sin variación alguna, la expectativa sobre el alcalde de Saltillo era tan pequeña que se convirtió en polvo y se la llevó el viento. 

Desencajado siempre, incomodo con el papel que le toca interpretar en ese tablado de la farsa, que es la política comarcana coahuilense, no es siquiera sombra de aquel sonriente candidato (forzado por sus asesores) que recorrió los rincones del municipio bofeado y aporreado por las huestes de Guadiana, que no le dejaban a sol y sombra.

Sabido de la jugada que desde palacio rosa le hicieron a este personaje, su nominación era prácticamente un despido ante la nulidad de su desempeño en la política interna y la perdida de confianza con el grupo que manda en el estado, ese de los hermanitos de sangre.

Había sido enviado a perder, sin embargo, fue rescatado por su padrino y hermano, quien convenció a los panistas de apoyarlo y todo para que saliera con su batea de babas en los primeros cuatro meses de su encargo.

Empezando por tener que tragarse el sapo de la imposición de su gabinete municipal que incluye espías de Manolin en todas las dependencias y privado de la capacidad de poner orden en los enjuagues del principito a través del manejo de los servicios públicos y con proveedores asignados por el diezmo, esta bien cincho con los dineros que a cuentagotas le llegan del estado y la federación.

El desempeño desastroso inició con la confirmación del encargado de la seguridad municipal que no pela un chango a mordidas. Enfrentamientos en las colonias de la periferia de la ciudad, pandilleros por todas partes, robos de negocios, casas habitación, balaceras: como la acontecida en la colonia Topo Chico en marzo, cuando familias salían de la iglesia del Espíritu Santo; o asesinatos por parte de policías como el que sucedió en la colonia Berrueto; los enfrentamientos entre pandillas como los Pinkys y Gavilanes que tienen azoradas a las colonias El Bosque y Las Palmas y lo único que se le ocurre al alcaldillo es reactivar las cámaras urbanas y los retenes policiacos de los fines de semana, para fines recaudatorios.

No le ha reclamado a Manolin, el destino de los Racer que compró en año pasado y que no aparecen por ningún lado y mucho menos el compromiso de indemnizar a la viuda del policía caído en ese trienio y ahí anda la pobre señora y sus hijos de dependencia por dependencia.

Lo recaudado en las contribuciones 2022 fue depositado bajo siete sellos y ni siquiera el tesorero municipal sabe el destino, habrá que vigilar al citado alcalde ya que es especialista en hacerse de bienes inmuebles y en eso estaban cuando ordenó una investigación de predios intestados y viviendas abandonadas y con adeudos del primer cuadro de la ciudad. 

Lo poco que llega del gobierno estatal, se destina al campo y tiene relación de 10 a 1 con el monto que es enviado al alcalde de Torreón y consentido del régimen. Así es que no le queda otra mas que repartir escobas, despensas y encalar árboles de las plazas.

Sin un plan municipal estratégico que haga frente a los graves problemas de un municipio que se reparte entre la inseguridad, la inminente sequia de los mantos acuíferos, el caos vehicular, la falta de promoción en las regiones agrícolas y la descomposición del tejido social que generará una grave crisis. El alcalde esta entretenido en otras cosas más lucrativas, no le molesten.

Sin aliados políticos será difícil gobernar un municipio con tantas variantes y mas aun si continúa con los mismos compromisos que tejió cuando fue secretario de Gobierno con los grupos de la maña. (Es evidente el tamaño de sus miedos ya que para donde vaya le siguen sus múltiples guaruras).

Pobre Saltillo, ha sobrevivido a tantos personajes que han hecho de la ciudad un gran negocio y ahora en manos del rey midas de los presupuestos (ante la duda pueden consultarse en los patrimonios de la UAdeC , el Congreso y la SEC, minados por el paso del personaje). 

Un evento define al alcalde falto de sensibilidad y de baños de pueblo y fue el día en que Juan Nasar sacó zapatos a regalar al frente de su negocio y fue multado por los inspectores del municipio. Vaya cosa.

Hierático, sin sabor ni ánimo, igual a su cara de tumba será el escenario al que sea condenada esta ciudad, mientras sus entrañas serán saqueadas impunemente, y el murmullante personaje refiera: “Cuando se mueve el alcalde, no lo hace de balde”.

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