Vivamos sanos

Más allá de las reacciones de las empresas directamente implicadas, a veces no logro entender la dinámica de las discusiones públicas como la que actualmente se desarrolla con relación a la prohibición de la venta de la llamada “comida chatarra” a menores de edad, que para mí entra en la misma categoría del etiquetado preventivo a los alimentos con alto consumo de grasas, azúcares y de sodio, tan necesarios en un país que lamentablemente encabeza las listas mundiales de obesidad y diabetes desde la infancia y que ha quedado expuesto por la comorbilidad que ha tenido en la pandemia del covid19.

¿Será acaso que los mexicanos discutimos por discutir, aún y cuando sean temas en que todos pudiéramos coincidir? Recuerdo que, en el año 2005, el entonces gobernador de California Arnold Schwarzenegger motivó este debate público al proponer la eliminación de la “comida chatarra” en las escuelas, medida que de este lado de las fronteras muchos aplaudían considerándola una buena aliada de la salud pública y que, paradójicamente, ahora que entra en el ojo del huracán nacional, polariza las posturas al respecto. En otras palabras, hágase justicia en los bueyes de mis compadres.

Me pregunto si argumentar que se afectan las cadenas de producción y a los sectores económicos involucrados es un argumento válido en un país en el que antes y después del covid19, la obesidad, la diabetes, la hipertensión y sus consecuencias cardiacas, además de otras, es una de las principales causas de muerte por enfermedad en nuestro país.

Dejemos el debate político y público a quienes se dedican a ello y nosotros aplaudimos todas las medidas que vayan enfocadas a la prevención de la salud y a mejorar la calidad de vida de los mexicanos y de los seres humanos en general.

Dentro de nuestra plataforma digital www.laalegriadevivirsinadicciones.com tenemos un apartado dedicado al bienestar integral porque creemos que es básico en la salud mental, física, emocional y espiritual de nuestra época, independientemente de que también en materia de adicciones se revisan trastornos muy comunes hoy en día como son los de la conducta alimentaria entre  los que se encuentran la anorexia nerviosa, la bulimia, la compulsión por atracones y otros similares y contemporáneos como la vigorexia y la ortorexia.

Es por eso que aplaudimos indudablemente todas las campañas dirigidas a erradicar el consumo de drogas, a prevenir las adicciones, igual que aquellas que tienen como objetivo informar a la población para que en materia alimentaria elija mejor sus hábitos de consumo, tanto como las que promueven la práctica de alguna actividad física.

En lugar de debatir sobre temas con enfoques políticos o de claros intereses hegemónicos, estas empresas que hoy resienten las medidas a favor de una alimentación saludable deberían ser quienes promuevan como parte de la responsabilidad social de sus corporativos, este tipo de campañas, además de invertir en investigación para poder generar nuevos productos, más sanos, tan necesarios en nuestra actualidad.

Recuerdo en mi infancia cómo mi madre, en paz descanse, fue una excelente promotora de una buena alimentación balanceada, con los recursos que un ama de casa de los 70´s tenía a su alcance. Eso no quiere decir que en la casa de la infancia no hubiera golosinas o dulces, sino más bien es reflejo de los hábitos que mamá nos inculcaba, mandándonos un sándwich para el recreo y rara vez dándonos efectivo para comprar comida chatarra en la tienda de la escuela. De hecho, justo a la hora de la salida solía ponerse un carrito que entre las frituras que vendía destacaban esas papas fritas a granel en bolsas de plástico o celofán, aderezadas con limón, sal y una salsa hecha quien sabe de qué. Si acaso había una mancha delatora en el pantalón o en la camisa o en los dedos o uñas, porque la salsa se impregnaba como ladrillo, lo más probable era que viniera una homilía materna sobre lo insano de esos productos, además del regaño porque de seguro íbamos a dejar la comida que con ahínco había preparado toda la mañana.

Si bien el que firma estas líneas nunca tuvo un tema de obesidad real, si recuerdo que de los 9 a los 14 años era de los robustos de la escuela, con la respectiva incomodidad que ello significaba, por lo que justo en la adolescencia descubrí la actividad física disciplinada y lo maravilloso de darle al cuerpo salud y de paso mejorar la condición y la figura, hábitos que hasta la fecha procuro siempre tener presentes.

Debo decir que no es necesario practicar como yo el fisicoculturismo, como una de mis pasiones, para ser partidario de que como sociedad tengamos hábitos saludables en todos los aspectos de nuestras vidas, como tampoco es indispensable ser especialista en adicciones para observar que una comunidad entera puede perderse en el consumo de drogas y de alcohol.

Así que no se trata de hacer comparaciones o argumentar que existen peores males que la comida chatarra, como las adicciones y sus consecuencias, para estar claros que debemos acatar ambos problemas de forma integral y desde las bases.

Tan nocivo el exceso de azúcar refinada que incluyen muchos de estos productos y que pueden convertirse en casi adictivos y causantes de muertes, como el exceso de tabaco, alcohol o cualquier droga.

No podemos vivir en una sociedad con el pensamiento de que hay cosas peores o de que todos lo consumen, solamente por favorecer el consumismo y la economía que gira alrededor de estas empresas y que nadie quiere desaparecer, solamente regular.

Vivamos sanos, demos un sí permanente a la vida y aprendamos de todo lo que el 2020 nos está mostrando y que para nosotros tiene que ver con el autocuidado personal y comunitario en el que deberíamos movernos los seres humanos.

https://www.milenio.com/opinion/omar-cervantes/la-alegria-de-vivir/vivamos-sanos

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