Solidaridad Empresarial

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México es un país de contrastes, desequilibrios y muchas necesidades. No hay, ni habrá, presupuesto público suficiente para revertir, por sí solo, el atraso ancestral ni erradicar la pobreza que arrastramos desde épocas coloniales, por mejor intención y empeño que sus gobernantes pongan en ello.
 
Se requiere de mucha participación social, ciudadana y empresarial. Muchos hemos crecido en la creencia del mexicano solidario por excelencia, bondadoso de nacimiento y filántropo por convicción. Y muchos lo son, pero como país no es el caso. Según el ranking de World Giving Index, basado en información de Gallup, México ocupa el lugar 75 en donación de dinero para causas sociales, participando únicamente el 22% de su población. Como referencia, Chile ocupa el lugar 18, Paraguay el 25, Haití el 30 y Uruguay el 35. 
 
La solución, propuesta por el Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, es la creación de empresas sociales. Él mismo puso el ejemplo, instituyendo una empresa financiera para otorgar créditos blandos, con intereses mínimos, a población en pobreza y sin garantías.
 
Cada vez resulta más difícil conseguir dinero para la caridad. Pedir recursos para obras sociales es desgastante y no puede ser permanente. Pero si con ingenio, relaciones y  buena voluntad se establece una fuente de recursos constante, o se inicia un negocio que solvente una necesidad sin más objetivo que combatir una determinada carencia y reinvertir las utilidades en consolidar el proyecto, las cosas empezarían a cambiar.
 
Una opción exitosa es vender la tecnología o el producto a las grandes empresas y regalarlo a quienes no pueden sufragarlo, como lo propuso el chileno Alfredo Zolezzi con sus sistemas de purificación de agua; otra, cobrar el bien o servicio a precio de mercado para quienes lo puedan pagar y utilizar la utilidad para becar a quienes no, como lo hace una clínica oftalmológica en Bangladesh, descubierta por Andrés Oppenheimer, con las cirugías de cataratas.
 
En México tenemos un caso de empresa social exitosa. Con 47 clínicas de prevención y 6.5 millones de usuarios, Salud Digna se ha convertido en la institución de asistencia privada de apoyo a la salud más grande de México y la tercera en cuanto a número de beneficiarios, superada nada más por el IMSS y el ISSSTE.
 
El modelo Salud Digna nace hace 13 años como un proyecto social por iniciativa de Grupo Viz (SuKarne) que lidera Jesús Vizcarra Calderón, hombre visionario y gran empresario con una enorme vocación social. Es autosustentable, ya que opera como una empresa, aunque no busca generar utilidades sino otorgar un servicio de calidad y con calidez accesible a toda la población.
 
Los empresarios deben asumir esta responsabilidad, pues son quienes saben hacer funcionar los negocios. Si cada empresa exitosa de este país siguiera el ejemplo de Chuy Vizcarra y creara una filial social para combatir alguna de las facetas de la pobreza, este país sería diferente.
 
Si privilegiamos la solidaridad y dejamos de lado el egoísmo, México será otro.
 
 
 
 
 
 

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