Pemex: Otra víctima del super peso

Quienes se animan o atreven a leer este espacio con cierta frecuencia, habrán notado que he traído el tema del tipo de cambio y el valor del peso muy presente ya por un buen tiempo.

Entre más toco el tema en este espacio o en redes sociales, más me doy cuenta de que existe un nivel preocupante de falta de entendimiento acerca del asunto, incluso entre quienes en teoría están educados y capacitados en temas financieros o económicos, o peor aún, entre quienes pretenden hacer negocios que dependen de alguna forma de la cotización que tiene el peso frente al dólar y otras monedas (que son muchos más de los que normalmente pensamos).

En semanas pasadas hablamos del impacto que tiene el peso fuerte sobre quienes se dedican al turismo, a la manufactura (para exportación y para mercado doméstico) o al campo. Traté de explicar, con números relativamente simples, cómo es que quien produce en México, exportando o no, ha venido cargando con un pesado lastre ocasionado por una apreciación repentina y pronunciada del peso, la cual ha sido muy marcada frente al dólar, pero aún peor contra otras monedas que se han depreciado frente al dólar (como el yen japonés, el won coreano o el yuan chino). Aun así, hay quienes dudan de los números, tal vez porque no los entienden o quieren entender, y están fundamentalmente confundidos acerca de qué es lo que le conviene al país en el mediano y largo plazo respecto a importar y depender de otros cada vez más y más porque nuestras autoridades que manejan políticas industriales, fiscales y monetarias han decidido no meter las manos para tratar de ofrecer un terreno parejo a quienes se atreven a producir, invertir y emprender en México.

Esta semana, quisiera poner a consideración un ejemplo de otra industria que también sufre las distorsiones en el valor de la moneda. Petróleos Mexicanos (Pemex) es el exportador más importante que tiene México y me parece que nadie se ha detenido a sacar algunos números sobre lo que implica un peso tan fuerte en la rentabilidad de la empresa, independientemente de si reporta números negros o rojos y de si se usa como caja chica de cada gobierno. Si hacemos una comparación de las exportaciones y costos de producción de Pemex en 2022 con lo que es su realidad hoy en día, podremos por lo menos sembrar algunas dudas sobre la irracionalidad de andar presumiendo un peso tan fuerte, especialmente de quienes gobiernan (que son los mismos que manejan a Pemex).

En 2022, Pemex vendía cada barril de petróleo en unos $85 dólares y exportaba unos 953,000 barriles diarios. Le costaba producir cada barril unos $17.8 dólares ($356 pesos al tipo de cambio de $20 pesos por dólar). Es decir, tenía un margen de 79% en cada barril que exportaba. Hoy en día, suponiendo que los costos de producción hayan subido más o menos a la par de la inflación (digamos un 15%), a Pemex le cuesta cerca de $409 pesos producir cada barril, que es un 35% más en dólares que hace dos años, y si suponemos que vende cada barril al mismo precio que en 2022, para efectos de este ejercicio didáctico (en realidad el precio es más bajo), su margen se redujo en unos 7 puntos porcentuales a poco menos de 72%. Hoy, Pemex exporta cerca de 1 millón de barriles diarios y aún y cuando el precio de exportación fuera igual ($85 dólares) eso significaría que hoy Pemex recibe $1,445 pesos mientras que en 2022 recibía $1,700 por cada barril. Eso se traduce en una reducción del margen de Pemex, solo por efectos del peso fuerte, de unos $245 millones de pesos cada día. Es decir, poco más de $14 millones de dólares diarios, o unos $5,200 millones de dólares en un año.

Habrá quien encontrará agujeros en este análisis y cuestione si hay costos de producción en dólares o si se pueden mejor importar gasolinas más baratas gracias al peso fuerte, pero a final de cuentas estaríamos negando la realidad si creemos que, en el caso de las exportaciones de Pemex, como en muchos otros sectores, el super peso es algo positivo para México. Insisto, sorprende que los encargados de administrar los bienes de la nación y las políticas económicas del país, y que han establecido costosos programas sociales que dependen de tener ingresos suficientes y estables, no sepan cómo tratar el tema del “peso suizo“. Demuestran ahí su total falta de preocupación por el mediano y largo plazo y su enfoque reducido a no más que la siguiente elección, al siguiente titular de las noticias. Al mismo tiempo que presumen las remesas (que no son mérito propio), que dicen querer salvar a Pemex, que presumen un país exportador que aproveche el fenómeno del “nearshoring” (no causado gracias a nuestras políticas ni autoridades), que tenga un turismo pujante, se ponen a presumir al peso fuerte sin darse cuenta de que este va en contra de las otras buenas intenciones.

No son capaces siquiera de tratar de ver y entender cómo otros países han salido del letargo económico y logrado tasas de crecimiento que realmente transformen naciones enteras.

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