LADRONES DE TIERRA (CAPÍTULO IV). “Amigos del Porfiriato. Juicios y amparos entre los mismos”.

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…Ladrones de Tierra, ha despertado el ánimo de tantos herederos legítimos y de compradores auténticos de tierra, que fueron y siguen siendo despojados por estos “amigos del porfiriato”, y por su usurpadora descendencia. 

Gracias a todos quienes nos felicitan, a quienes nos conminan a no ceder a presiones políticas o económicas (como ellos han padecido por tanto tiempo, por tantos poderosos y gandallas). Gracias a ustedes que nos envían información de Coahuila y de otros sitios dentro del estado y en entidades del país. Asombrados de tanto despojo, de tanto regalo ilegal a politicos y militares de aquella época y de sus descendientes que hincan el diente sin piedad, en este tiempo, ante familias cuyo único patrimonio eran y son esas propiedades. Su patrimonio legal, es hoy en tantos casos, usufructuado ilegítimamente por estos “porfiristas de la tierra” (no les preguntes dónde nació Porfirio, o con quien casó, o de su batallas o de dónde están sus restos, no tienen la menor idea; no tienen el menor interés de saberlo).

¿Convenios, concesiones, compadrazgos, amistad, complicidad? ¿Quién le dio forma a todo ese plan macabro para apropiarse de las tierras propiedad de la nación, de los mexicanos, … de todos los mexicanos? Ellos y solo ellos, los allegados a Porfirio Díaz: sus compadres, sus amigos, sus parientes (que desde luego ocupaban los cargos públicos, nombrados por el propio Porfirio, para que, a su vez, entre todos llevaran a cabo este plan . Al tiempo, se cubrían las espaldas, unos a otros, eran cómplices y villanos).

Según los documentos, Encarnación Dávila adquiere terrenos propiedad de la nación, área geográfica que extrapolada a los límites actuales de tierra, iniciaban en la guardarraya de Saltillo-Arteaga, y llegaban aproximadamente a lo que hoy se conoce como Galeana , Nuevo León. Una inmensidad de terreno, una incalculable ruta de despojos a tantos legítimos dueños. Toda esta tierra fue “adquirida” por la única prebenda de ser los amiguitos de Porfirio Díaz Mori, entonces presidente de  México. A quienes no leyeron los capítulos anteriores, les actualizamos que este “teatro del despojo nacional”, se documentó en Palacio Nacional, por ordenes expresas de Porfirio Díaz: para pagar favores, para comprar voluntades, para  hacer negocios. Le dieron forma para que las supuestas ventas quedaran registradas, antecedentes registrales entre los mismo pillos. Entre Ladrones de Tierra. 

Qué paradoja, al tiempo en que Porfirio repartía el país entre sus amigos, Benito Juárez pregonaba: “la tierra debe ser para los pobladores de la zona y para quien la trabaje”… Si se hubiese permitido a Juárez promover su ideal, otro México se habitaría, otra realidad de tenencia de la tierra, una más justa y legal, celebraríamos. Tantas disputas se habrían evitado. Por eso, Juárez es paradigma, es Benemérito de las Américas, y Porfirio Díaz por el contrario, es solo referencia. (sus restos aún están enterrados fuera de México, en el cementerio de  Montparnasse.  El destierro luego de su dictadura, lo tomó por sorpresa y murió en Paris. En 2015 se cumplieron cien años de su muerte, lejos de su patria, “de la nación que regaló en pedazos”. Aun sigue en tierras francesas. Juárez, descansa entre ilustres, en el ilustre panteón de San Fernando en el DF. Ustedes juzguen).

Los despojados, los violentados en su patrimonio, tuvieron que seguir viviendo en pequeñas tierras aledañas, reducidos en tierra y en patria. No tenía a donde ir entonces debieron vivir de prestado en sus legítimas tierras. La esperanza de recuperar su patrimonio los animaba a vivir. Sus parcelas eran su herencia familiar. “Ellos no entendían, eran parias que no podían ver el enorme beneficio para el México que surgiría del ambicioso y visionario plan de Porfirio: Grandes haciendas, terratenientes que hicieran productiva la tierra, científicos y gente bonita, culta y poderosa, una casta de valientes. Gente fina, como en su admirada Europa… Sus amigos, gobernadores y generales, por ejemplo”.

¿Olvidó Porfirio al resto de México, a los demás pobladores? No, el resto serían los peones al servicio de los terratenientes. Trabajarían la tierra en las grandes haciendas. Dos clases, los ricos hacendados y los obreros que hicieran el trabajo pesado: los que siembran, los que cultivan , los que cargan y hacen labores de casa. Los terratenientes y hacendados “colaboraban” amablemente con Porfiro en hacer las leyes que protegieran esa ideal realidad, sus intereses mutuos estaban protegidos legalmente. La clase trabajadora se conformaría.

A principios de 1900 esos mismos empleados pobres, encuentran amparo en los patrones ricos. Teniendo inmensidad de tierra, les era imposible cuidarla, trabajarla. Empiezan a regularizar sus tierras, sus pequeñas porciones de tierra que trabajaban de sol a sol. Nace entonces un nuevo registro de esas tierras. Por un lado estaba el registro de Porfirio Díaz y las tierras “que de un plumazo repartió”, por el otro, los que las habitaban, los que las trabajaban, sus legítimos dueños. Llega el tiempo en que se reparte esa tierra entre los pobladores. Pequeños pedazos de tierra, que al paso del tiempo, fueron las labores con que se mantenían los trabajadores, los pobladores. SOMBRAS DE LA REFORMA AGRARIA DE JUÁREZ,  se empiezan a vislumbrar.

En 1906 nacen los pobladores de los sobrantes de las tierras de Encarnación Dávila. De ese año a la fecha, persisten los nuevos dueños. Ventas y compras de por medio. Derechos legítimos de quienes habitaban y trabajaban esas tierras. ¿Qué pasa si existen dos líneas de dueños de la misma tierra? Juicios, amparos, demandas, entre ellos. Hoy en día existen juicios, entre quienes compraron de buena fe a los legítimos dueños, y los privilegiados descendientes de Encarnación Dávila. Un común denominador, políticos enquistados en cargos públicos se convierten rápidamente en otros Encarnación Dávila. Quieren apoderarse de las tierras utilizando sus cargos e influencias, la información privilegiada, (que deben usar para servicio del pueblo).

En el próximo capítulo: El Ingeniero Mario Eulalio Gutiérrez Talamás (descendiente de militares y políticos. Nieto de un expresidente provisional e hijo de un exgobernador de Coahuila. Él, es exalcalde de Saltillo y actualmente ostenta la conveniente delegación de la secretaría de agricultura y ganadería, SAGARPA). Su historia, en estos “latifundios ilegítimos”. 

Continuará…

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