En busca de un perfil político

La idea surgió en la facultad de Jurisprudencia y fue precisamente diferenciar la “grilla pasillera” a la que se refirió un compañero, de la real política, en un ejercicio que ha tardado en el particular, casi 40 años para encontrarlo y sobre todo si vale la pena el esfuerzo, las críticas, amenazas, reconocimientos y decepciones en el camino encontrados.

Un casi anónimo doctrinario, cuyo nombre me ha pedido reservar, refiere sobre el tema de este estudio:  …“El “ideal” al uso es menos, y no más, que la realidad. Así el atributo de buena persona y otros muchos, que se suele exigir al político ideal, puede que sean fáciles de imaginar y definir; en cambio, todo lo demás que constituye al gran político, no es fácil extraerlo de nuestra minerva, de nuestra mente. Tendremos que esperar humildemente, a que la naturaleza tenga a bien inventarlo. Y se resuelva a partir de algún nuevo titán político, como en la historia ha habido. Pero eso sí, una vez que el nuevo esté ahí, todos, ingratos y petulantes, nos apresuraremos a censurar el engendro, porque no tiene las virtudes de un honrado y corriente padre de familia. La humanidad es como aquel que se casa con un artista porque es artista, y luego se queja porque no se comporta como un jefe de negociado…”

Para desmembrar un perfil es necesario establecer no solo las características físicas del personaje como: edad, estado de salud y antecedentes de carrera, sino ir más profundos y buscar sobre la resiliencia del candidato, su estilo de liderazgo, su forma de reaccionar ante los acontecimientos, decisiones y conflictos, su capacidad de negociación, porque al fin de cuentas los ciudadanos vamos a elegir sobre un trabajador nuestro al momento de las votaciones.

Sucede que en el actual “sistema político de partidos” los candidatos nos son dados ya en una nominación interna a la que somos ajenos y solamente aquellos que se atreven a registraste como “independientes” resultan en realidad sobre quienes podemos decidir otorgando un apoyo a través de las firmas y eso someramente, por lo tanto, la participación ciudadana en la búsqueda del perfil adecuado para los políticos es nula y tardía.

El riesgo es mayúsculo porque al votar en masa y por partido, tendremos que esperar al desempeño del candidato en su ejercicio real y haya cosa, porque si el sujeto guarda en su personalidad atavismos, rencores y complejos, su actuar irá en la búsqueda del pago de facturas sobre aquello que forjó su personalidad “desviada”. Basta tomar el ejemplo actual federal que anda buscando quien se la hizo, para cobrárselas.

Un perfil ideal sería algo así como: Poseer las siguientes competencias: oratoria (capacidad para expresar ideas y venderlas), negociación, definida como la habilidad para llegar a acuerdos, optimismo, visión de negocios y finanzas para no financieros, creatividad, cortesía, humildad y honradez (aunque usted se ría).

Pero la principal cualidad del político debería ser el gobierno a través de la virtud, es decir que la aplicación de la prudencia política es esencial en las cualidades de un buen gobernante. Es la virtud que consiste en la capacidad de poner los medios necesarios para la solución de casos concretos, aplicando principios en situaciones tan complejas como cambiantes. Si se ignora, puede conducir al desconcierto y confusión entre actores de la política. Por eso, su ejercicio es vital en todo estadista que desea gobernar conservando la estabilidad política, brindando señales claras, encontrar la oportunidad para declararlas y no ser contradictorio sino consecuente al obrar.

Aunado a una cuidadosa manifestación de la prudencia al hablar y hacer político es que siempre, con cada declaración a los medios, hoy día tan influyentes en el gobernado, se tengan presente las disposiciones constitucionales como referente de conducta, su principal límite al ejercicio del poder. Si respeta las formas constitucionales empezará a cambiar la clásica percepción de un gobernante que más parece un caudillo, un dictador o un golpista. Atenerse a la ley y la constitución es una forma de garantizar la legitimidad de su actuación y es lo más simple y sin embargo…

Cicerón decía que “aquellos a quienes la naturaleza concedió aptitudes y medios para gobernar… a estos hombres de Estado le son tan necesarios, y posiblemente más que a los filósofos, la fortaleza y el desprecio de los bienes exteriores, así como la tranquilidad de espíritu y un ánimo sereno y no agitado de preocupaciones, puesto que no han de estar ansioso por el futuro y han de vivir con gravedad y firmeza”.

¿Habrá entonces candidatos que cumplan el perfil?

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