Confianza en los hijos

La confianza es un juicio personal que tú como padre o educador emites ante ti mismo, el niño, y la situación. Se basa en tres pilares:

La sinceridad

Constantemente juzgas como cierto o no lo que tu hijo dice. Solemos basar este juicio en experiencias pasadas con él, pero en ocasiones, aceptamos como ciertos algunos hechos que no están del todo contrastados, y esto trae consecuencias. Y, ¿qué pasa cuando mi hijo me miente? Para reflexionar sobre esta pregunta, quizás te ayude pensar en los motivos que te llevan a ti a mentir a alguien. Por muy honesto que seas, imagino que a lo largo de tu vida habrás mentido alguna que otra vez. Seguramente, detrás de tu mentira haya habido alguna de estas emociones: miedo a la reacción de la otra persona; culpa por no estar a la altura de las expectativas; vergüenza por no sentirte respaldado; frustrado porque la otra persona ni siquiera accede a negociar contigo, y un largo etcétera de emociones poco adaptativas.

Si quieres que te tu hijo sea sincero contigo, te invito a que revises los juicios que haces sobre él y sus conductas. Tu hijo no es mentiroso por naturaleza. En algunas ocasiones, pueden estar mintiendo, y lo más productivo, sería indagar en el motivo, en lugar de generalizar, y sermonearlo con frases como “así no hay quién confíe en ti”, “me has decepcionado hijo, a ver qué haces para que vuelva a confiar”. Para ello, puede ayudar que te preguntes a ti mismo: ¿qué puedo estar haciendo para que no me diga la verdad, o me cuente cosas importantes? ¿qué necesidades no cubiertas tiene mi hijo y para satisfacerlas decide mentirme? Créeme, si educas a tu hijo desde la confianza, él confiará en ti. Acuérdate siempre de darle ejemplo.

La competencia

¿Confiarías tu defensa en un juicio a alguien que no sea abogado? La competencia tiene que ver con las habilidades, los recursos y conocimientos para hacer bien algo concreto. Permíteme que te pregunte: cuando eras niño, ¿sabías hacer todo lo que te pedían? ¿Y cuándo eras adolescente? Es más, y ahora de adulto, cuando ejerces la profesión más apasionante de todas, ¿sabes qué hacer en cada momento en relación a la educación de tu hijo? Yo no, y aun así, trabajo cada día para que mis hijos confíen en mí, igual que los tuyos lo hacen en ti, no lo olvides nunca.

Te animo a confiar en tu hijo, viendo en él las posibilidades infinitas que tiene aún por descubrir. Él te necesita más que nunca para que le ayudes a levantarse cuando fracase, cuando se sienta perdido, cuando no sepa cómo hacer algo, cuando se enfrente a ti porque está buscando su sitio en el mundo, cuando te desafíe, e incluso cuando te haga sentir que no te necesita. En todos estos momentos, tu hijo, aunque no te lo demuestre, confía en ti. Confía en que por muchos errores que esté cometiendo, tendrás paciencia, le harás ver sus fallos sin juzgar para que aprenda de ellos, entenderás sus emociones, aunque él mismo no lo consiga, le darás la responsabilidad que le corresponde para hacerle sentir valioso e importante, reconocerás sus logros, le pondrás los límites que necesite en cada momento, y le acompañarás a alcanzar sus sueños.

La credibilidad

Para entender este pilar, atenderemos al histórico de esa persona en cuanto a promesas cumplidas. En relación a la relación con tu hijo, ¿eres de cumplir tus promesas? ¿Te comprometes con lo que dices y lo llevas a cabo? Recuerda que eres el espejo donde tu hijo se mira desde que te conoció. Si crees que tu hijo no merece tu credibilidad, ¿Cuánto crees que hay de esto en ti mismo?

Cómo construir y recuperar la confianza

Cuando le das confianza a tu hijo, asumes el riesgo de no recibir lo mismo. Para ello, dar pequeños pasos te puede ayudar en tu relación con él:

  • Ajusta tus expectativas hacia él en función de la realidad de tu hijo y de su momento evolutivo.
  • Revisa tu nivel de control sobre tu hijo. “Yo necesito controlar a mi hijo, porque si no, no me siento bien”. Esta frase es bastante recurrente en los talleres que hago con familias a través de la Escuela de Padres de D&D Coaching. “El control es una ilusión”, les digo yo. “Es imposible controlarlo todo. Es más, si educas desde el control, estarás demasiado ocupado como para controlar tu propia conducta, y esto repercutirá negativamente en la relación con tu hijo”.
  • Acepta los errores como maravillosas oportunidades. Detrás del error de tu hijo, hay una persona insegura por no llegar a la expectativa de sus padres. Hazle ver que, a pesar de sus fallos, le amas por encima de todo. Tu hijo no es un error, comete errores, y está en su derecho de hacerlo para aprender de la vida. Lo único que necesita es que se los muestres con respeto y le ayudes a solucionarlos. En este sentido me gusta decir que somos el faro que pone luz en la oscuridad.
  • Te animo a soltar, a fluir, a confiar en ti mismo, a enfrentar el miedo que hay detrás de ese control, y a confiar en ti mismo. Tú eres un ser muy valioso y capacitado para educar a tu hijo, y si en algún momento reflexionas sobre tu propia confianza y te das cuenta de que algo falla, ve por partes, y pregúntate como padre o madre: ¿Estás siendo sincero contigo mismo y con tu hijo cuando te relacionas con él? ¿Consideras que tienes las habilidades, recursos y conocimientos necesarios para educar a tu hijo? ¿Sueles cumplir con tus promesas y compromisos?
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