Anarquista.

Tortuosos años de enfrentamiento entre gobierno y gobernados (décadas de los años sesenta y principios de la década de los años setenta del siglo pasado; tierras estadounidenses), fueron la inspiración del primer libro de William Powell, “The Anarquist Cookbook” (1971), el libro de cocina o el recetario del anarquista.

Tiempos complicados en todo el continente. La cárceles se llenaban casi a la misma velocidad que las calles; la manifestaciones silenciosas pronto cedieron su lugar a francos enfrentamientos, represión y matanzas. Corrió sangre y, en la desesperación, tinta. Por ejemplo: un par de años antes, en el extremo sur, el activista brasileño Carlos Marighela sacó de la imprenta el “Manual del Guerrillero Urbano” (1969).

Ambos volúmenes, si bien parecen corresponder en periodo y finalidad, son complemente diferentes. Mientras que el latinoamericano fue el producto de un hombre de importante trayectoria contra-sistema y fue concebido como guía para la organización y resistencia, el norteamericano fue escrito por un adolescente rabioso sin más experiencia que lo visto en las calles de Nueva York y a partir de información encontrada en bibliotecas públicas.

El texto de Powell, además, contenía instrucciones para construir artefactos explosivos. Esto, sobre todo, ha sido el centro de la discusión alrededor del libro desde entonces.

Prácticamente desde su publicación, por su contenido del que se dice no tiene ninguna intención constructiva, “The Anarquist Cookbook” ha sido condenado. Protagonistas de la vida pública estadounidense han afirmado que nunca debió publicarse; han intentado, sin éxito, impedir su reimpresión y la propagación de su contenido a través del internet. Ediciones recientes han eliminado algo del contenido original, pero la polémica sigue.

Al sur del Río Bravo, puede que el título del libro diga poco. Recuérdense, sin embargo, las más impactantes matanzas escolares que ha habido en el vecino del norte (la masacre en la Secundaria de Columbine del 99, triste y posiblemente la más representativa) o atentados como el perpetrado por Thimothy McVeigh a un edifico federal en Oklahoma City: en todos ellos se ha encontrado, como guía e inspiración, el recetario del anarquista.

En julio de 2016, el autor de “The Anarquist Cookbook” murió a la edad de 66 años mientras tomaba unas vacaciones familiares en Halifax, Nueva Escocia. ¿Qué habrá cruzado por la mente del autor a lo largo de más de cuatro décadas que separaron la publicación del libro y su muerte? Afortunadamente no se requiere acudir a la imaginación.

A finales de ese mismo año, comenzó a conocerse la que sería la última entrevista otorgada por William Powell. La entrevista, de las pocas concedidas en una vida y filmada por el cineasta Charlie Siskel, tomó el formato de documental y se llama “American Anarchist”.

Lo que se observa es arrepentimiento, un poderoso ejercicio de introspección. Un William Powell maduro lamenta los arrebatos de la juventud y las consecuencias conocidas por muchos. Comparte, además, las consecuencias personales: un texto cuyos alcances no dimensionó, una publicación traducida en una mancha que le impidió encontrar o mantenerse en un trabajo.

En la entrevista-documental, Powell concluye: “Hay una especie de embriaguez que se produce al escribir y escribes cada vez con más contundencia. El mundo se vuelve más y más simple. Llegas a conclusiones que te resultan poderosas. Y se te suben a la cabeza. Y terminas creyendo lo que escribes. Y es como un efecto de bola de nieve”.

Que sus palabras, como un llamado de responsabilidad, retumben en los oídos de todos quienes asumimos la vocación de escribir y el honor de ser publicados.

@victorspena

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