Si algo distinguió al año que se va, ha sido la indefensión ciudadana ante la embestida de la delincuencia institucionalizada, la de una clase política corrupta hasta los tuétanos que ha inducido el colapso de las instituciones públicas. Día a día, la corrupción ha sido el término predominante de este año, y por estos ataques, en México, la ciudadanía se movilizó en contra de las tranzas y los robos de la partidocracia, la inseguridad pública y la creciente violencia.
La alternancia electoral en los gobiernos estatales ha sido la alternativa por la que han optado los ciudadanos, siguiendo la vía institucional. En efecto, hubo elecciones para Gobernador en 12 estados; y en ocho de ellos, los ciudadanos votaron por el cambio. La principal promesa de los candidatos fue mandar a la cárcel a los gobernadores o funcionarios corruptos, y como oferta electoral funcionó, pero a la hora de cumplirla se toparon con la defensa por parte de la dirigencia priísta a sus funcionarios corruptos. A lo más que llegaron fue a la expulsión de algunos de ellos del partido, sanción de la que aún no terminan de reírse los que la sufrieron; que es un decir, porque se fueron a disfrutar los miles de millones de pesos que se robaron de las arcas públicas.
Con la reconfiguración de las fuerzas políticas, el partido Morena alcanzó el tercer lugar nacional, desplazando al PRD.
En este año también creció la violencia, aumentaron los índices delictivos, las desapariciones forzadas y las violaciones a los derechos humanos (informó la CNDH); las fosas clandestinas se multiplicaron, quedando Coahuila, Guerrero, Veracruz y Morelos en los primeros lugares como sitios de estos hallazgos macabros; el día de Navidad fueron encontrados seis decapitados en Michoacán.
En Nochixtlán, la intervención de la Policía Federal, en un operativo de desalojo, dejó un saldo de ocho civiles muertos y 226 heridos; aquí, la justicia no llegó. Las violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas públicas son cotidianas e impunes.
La elección en los Estados Unidos, con el inesperado triunfo de Donald Trump, tras su campaña de odio racial principalmente en contra de los migrantes mexicanos, fue una sorpresa que sacudió al mundo. En México, el efecto Trump arrastró la depreciación del peso a niveles inesperados, y el Gobierno Federal aún no muestra claridad respecto a la política a seguir con el nuevo Gobierno estadounidense.
El colapso de la economía nacional es evidente, la tasa de crecimiento de este año apenas alcanzará el 1.5 por ciento, eso si la suerte ayuda; y la devaluación del peso ha llegado a un 50 por ciento en los dos últimos años, aumentando con ello la presión inflacionaria. Así que el “coma” económico no puede ser más desalentador. Usted puede sentirlo y vivirlo, los mexicanos somos cada vez más pobres.
Cerraremos el año con la explosión del parque pirotécnico de San Pablito de Tultepec, Estado de México, en el que el número de muertos, oficialmente, fue de 36, y de 17 personas no localizadas. Las causas de la explosión han sido una serie de irregularidades con las que operaba el parque, según un informe de la propia Secretaría de la Defensa.
¿Culpables? Nadie, así funcionan las cosas en México. Los que murieron, pues ya les tocaba, Dios lo quiso; pero no, es un asunto de Estado. Tres explosiones y ya está en planes la reconstrucción del inmueble. Los vecinos, a quienes sigue la resignación, están acostumbrados a los accidentes.
Por si algo faltara, ahí viene el gasolinazo, regalo para 2017, de los que firmaron el Pacto por México: PRI, PAN y PRD. ¡Mexicanos, así está la Patria!
@rosaestherbe