Yo conocí a un gigante

Los asares de la vida me encontraron con el Ingeniero don Fausto Destenave Mejía: un tipo rebelde y rudo; un hombre recto y congruente. Gracias a Dios por ello.

Un personaje brillante y defendedor, único, hecho a mano por el alfarero mayor. No se puede decir eso más que de muy pocos. Así fue don Fausto Destenave, así lo vi y entendí. Así lo recordaré.

A su altura humana, pocos; incomprendido quizás por quienes lo juzgaron por fuera y de prisa, por quienes por no entenderlo perdieron una oportunidad especial de acercarse a un hombre nacido superior.

Apasionado de la vida

Un gigante en conocimientos, emociones y certezas, fue el Ingeniero Destenave.

Sus pláticas emocionantes y apasionadas fueron siempre invaluables lecciones que recibí. Le agradezco sus conversaciones que contagiaban el valor y la entrega a la sociedad. Era interminable su cátedra al relatarme episodios que sorteó, en familia y solo.

Toda esa sabiduría la entregaba generosamente a quien estuviera listo para escucharlo, atento para entenderlo y siempre que fuera alguien que significara no perder el tiempo.

En otra sintonía

La frecuencia en que vivía y discernía el Ingeniero, fue diferente a la de muchos.

Por ello, hacer sintonía con él requería de tener valor y entrega social, sin límites. Los tibios, los oportunistas, aquellos corruptos y malvados, no cabían en sus consideraciones. Su juicio para ellos fue severo.

Cáustico en sus valoraciones y relaciones, pero noble y leal; claro… sin ambigüedades ni medias tintas. Su vena de profeta lo llevaba por rutas de sufrimiento mental y físico, porque deseaba resolver lo que a su pueblo duele y que en tantas ocasiones solo él veía con prístina verdad.

Su familia y Saltillo

El centro de su alma y corazón, su familia.

(Me habló de su amada esposa, de Fausto su escogido, de sus queridos hijos e hijas, de hermanos, nietos y familiares políticos. Atesorados todos en su acorazado corazón de viejo severo, pero bueno). 

Su brújula, el bien común y la justicia.

Su anhelo más profundo, que Saltillo recobrarse su esencia, su agua, su agricultura y su forma honesta de vivir.

Faustus

Yo conocí un gigante en Saltillo, se llamaba Fausto (Faustus, dichoso ante los ojos de Dios).

Un día sabremos los saltillenses lo que perdimos y lloraremos muy tarde. Podremos, en contrapartida, seguir su legado de honestidad y valentía, dejando de agacharnos por la tormenta y ante los hombres de mala voluntad.

Leí un día que el gran señor Zapalinamé, jefe de los Huachichiles, originales de esta tierra, decía que ellos, los temidos guerreros, “solo tenían dos tiempos: cuando estaban en guerra y cuando hacían flechas“.

 En paz descanse el Ingeniero don Fausto Enrique Destenave Mejía ¡Un tipo excepcional!

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