Thor, Zeus, 4T, México…

Conocido en la mitología griega como el padre de dioses y hombres, el “jefe” de los dioses, el más poderoso, el que comanda los rayos, truenos, la lluvia y los vientos y cuya arma es el rayo. Zeus se salva de ser devorado por Cronos, su padre y rey de los Titanes, y cuando crece lidera una revolución contra los Titanes y destrona a Cronos. Como encargado del paraíso (en la cumbre del Monte Olimpo) derrota a los Gigantes y se defiende de distintos levantamientos en su contra de otros dioses para seguir siendo el mandamás del Olimpo, desde donde observaba todo lo que hacían los hombres, premiando las buenas conductas y castigando a quien hacía el mal. Él es el protector de las ciudades, las casas, las propiedades, de propios y extraños. En sus conquistas amorosas (con mujeres mortales e inmortales) tomaba distintas formas animales (pájaro, cisne, toro). Cuenta entre sus hijos a los gemelos Apolo y Artemisa, a Atenea, Perséfone, Dionisio, entre muchos otros. Para quienes saben de mitología romana, Júpiter es su Zeus. Habiendo platicado un poco sobre el dios Zeus, debo ahora admitir y aclarar que NO soy experto en mitología griega ni tampoco soy crítico de cine. No soy, tampoco, experto en las películas de Marvel en general y menos de las de Thor en particular. Así es que para quien se toma las películas de Marvel y Thor muy en serio, no ha visto la más reciente (Thor: Amor y Trueno; o Thor: Love and Thunder, de los Estudios Marvel) y sigue leyendo esta columna, es aquí donde les aviso que las siguientes líneas podrían echarles a perder su experiencia en el cine, así es que lean bajo su propio riesgo.

Hace una semana, a petición del menor de mis hijos, fui al cine a ver Thor: Love and Thunder. La película dura unas dos horas y me pareció que el personaje de Thor la convirtió en una comedia de acción, la música de Guns N’ Roses le cambió la cara (para bien) a la función, y la relativamente breve, pero extraordinaria, participación de Zeus (Russel Crowe) me pareció digna de análisis como una metáfora de lo que es la política a nivel mundial y en particular aplicada al México de hoy y de las últimas décadas. En la parte medular de la película, Thor se ve en la necesidad de conseguir refuerzos para combatir a Gorr (el malo de la película, interpretado por Christian Bale) y se le ocurre ir directo a Zeus, en una especie de Olimpo donde se reunen dioses de todos tipos y mitologías y encuentra la forma de colarse a la asamblea de dioses. Aparece Zeus, rodeado de aplaudidores, haciendo sus gracias, dueño del micrófono y del monólogo. Presume sus habilidades se ve en su elemento, gobernando dentro de un palacio donde todo es lujo, donde no falta nada y desde donde se ve difícil que esté muy preocupado por lo que pasa más allá de las puertas del Olimpo. Cuando Thor le pide ayuda, Zeus reconoce que Thor es un dios guerrero de la mitología vikinga, un semi-colega que también tiene poderes relacionados a los rayos y los truenos. Zeus, el más poderoso de los dioses, prefiere tratar de convencer a Thor de no hacer mucho ruido, de mejor instalarse ahí en el Olimpo con ellos, no hacer olas y dejar que lo que sea que pasa en el mundo terrenal, suceda. De pronto, Zeus se convierte en un burócrata más. Luchó contra Titanes y Gigantes para eventualmente ostentar todo el poder y lo vemos disminuido a un simple político lleno de monólogos que no dan espacio a la pregunta, espectáculo y faramalla que no agregan valor, alguien sin ganas o voluntad de hacer lo que se supone debe hacer quien tiene el poder. Dentro del Olimpo las cosas parecen percibirse de otra forma, la prisa por mejorar el universo e implantar el bien y la justicia ya no existe. Parece más sencillo pedirle a quien sí quiere poner manos a la obra que se calme, que se una al ritmo de Zeus, que se conforme.

No pude evitar pensar en muchos de nuestros presidentes, reflejados en ese Zeus flojo, panzón, cínico, lleno de rollo y rodeado de incondicionales que aplauden todo lo que sale de su boca. Quien tiene el poder, y el presupuesto, de pronto olvida para qué llegó a la silla más alta del Olimpo; se siente infalible (como un dios) y también, como Zeus, es capaz de disfrazarse de cualquier tipo de animal con tal de engatusar al que se deje. Tienen una larga descendencia de (“hijos”) políticos, ávidos de poner uñas en el presupuesto, con permiso de su Zeus. AMLO (Zeus), nació de Cronos (el PRI), a quien más adelante derrotó y a quien pudiera eliminar si quisiera y que ha tenido a su alcance una verdadera transformación. Pero no, ha preferido mejor hacer un papel similar al de Russel Crowe, un Zeus cansado y burocrático, lleno de monólogo en lugar de ser un guerrero, como Thor, que la transformación de un país necesita. Lo preocupante es que al final de la película un Zeus herido y enojado le pide ayuda a Hércules. No sé si me preocupa más el destino de Thor en la siguiente película o el de México en el siguiente sexenio con Zeus y Hércules aliados. Mientras, las cabras (o borregos) seguirán bailando estridentemente (al ritmo de Taylor Swift), pero agregando menos valor en la política nacional del excelente papel que tienen en la película de Thor. 

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