Tesla: La cruda después de la fiesta

Después de filtraciones irresponsables, toneladas de rumores, declaraciones innecesarias, intentos de autogol y auto sabotaje, esta semana se anunció la muy esperada, y bienvenida, inversión de Tesla en Nuevo León, muy cerca de Saltillo.

Sin duda, un proyecto que pudiera cambiar drásticamente la dinámica de la región y del que deberemos estar muy pendientes sobre cómo va tomando forma. La relativa poca información sobre el proyecto sigue fluyendo por canales no oficiales (y seguramente no autorizados) y por filtraciones del gobierno de Nuevo León, en particular de su gobernador, Samuel García. Entre la información extraoficial que sale de la boca y redes sociales del gobernador podemos tener una idea de la posible dimensión del proyecto: una inversión de $5,000 millones de dólares, con posibilidad de aumentar en fases subsecuentes; 7,000 empleos directos; arranque de operaciones en menos de un año a partir del inicio de su construcción. Supuestamente, de acuerdo con el vocero no oficial de Tesla (el gober Samuel), esta sería la planta más grande de Tesla y contempla no solo ensamblar vehículos, sino fabricar baterías, semiconductores y software. Habrá que ver si es cierto. No es claro si ya están finiquitados todos los detalles sobre el terreno, permisos, factibilidades de luz, gas, agua, vialidades, contratos de incentivos. También habrá que ver cómo se compara este acuerdo con el escandaloso acuerdo de Medina y Peña con KIA, que tuvo que ser renegociado por el gobierno del Bronco.

Hay y habrá mucho que aprenderle a Tesla y su modelo disruptivo de hacer las cosas. Ha demostrado su agresividad en metas y en ejecución en otras plantas alrededor del mundo. En China construyeron su planta en 168 días a partir de la obtención de los permisos. Como referencia, en Santa Catarina, Nuevo León, municipio donde se establecerá Tesla, se anunció la construcción de un paso vehicular elevado (le llaman mega puente; tal vez le puedan decir el Giga puente) que dicen tardará unos 180 días (si yo fuera el alcalde, me apuraría para que no empiecen a comparar los tiempos de mi obra de unos $30 millones de dólares con la del señor Musk de $5,000 millones de dólares). Hay motivos para que Nuevo León, su gobernador, e incluso la región que incluye a Saltillo y su zona metropolitana, estén de fiesta. Sin embargo, muy pronto habrá que pasar del confeti y las selfies sonrientes a entender cuál es el rol de los municipios y los estados (Nuevo León y Coahuila), así como de la federación, para lograr que el dinamismo industrial que se vive en la región no se convierta en una pesadilla para los ciudadanos y nos permita cosechar beneficios que impacten positivamente a lo largo y ancho de la sociedad y el ecosistema empresarial. Para eso, es necesario un ejercicio profundo y urgente de autocrítica (la cruda) y diagnóstico de los principales pendientes que hay en la zona y que pasan por los escritorios de los alcaldes, los gobernadores y el presidente. Esto empieza por reconocer que la infraestructura que rodea el sitio de Tesla, aún y cuando es de lo mejor que hay en el país, NO es de clase mundial, es muy limitada y considerando los tiempos de Tesla, cualquier mejora que se le haga ya va tarde, aumentando el saldo negativo que ya existe en infraestructura contra nueva inversión. Simplemente, poner a circular a esos supuestos 7,000 empleados hacia y desde Tesla generará una presión vial y de servicios en la zona que solo aumentará el caos que ya existe. Pero el impacto se sentirá en toda la región. La carretera 57 traerá insumos a Tesla del Bajío y centro del país y sabemos que ahí, cerca de Saltillo, está el tramo de Los Chorros (espejo de la mediocridad gubernamental nacional), que lleva unos 20 años en proceso de evaluación de cómo corregirlo para evitar accidentes fatales cada mes. Los puentes en Laredo quedarán rebasados muy pronto. La inseguridad en Tamaulipas tampoco ayuda. En Monterrey escasea el personal de todos niveles. Pensar en seguir absorbiendo inversiones trascendentales y más proyectos de nearshoring con sólo lo poquito que hay, sería más que inocente y una receta segura para una implosión de la zona. Entre Saltillo y el sitio de Tesla y entre el aeropuerto de Monterrey y el sitio de Tesla, se pueden identificar, solamente en temas viales, docenas, si no es que centenas, de cuellos de botella y atrasos que deben entrar en el ejercicio de autocrítica de las autoridades; y eso es lo que pudiera ser más fácil de resolver.

No me molesta, como a muchos, el estilo, el entusiasmo y el positivismo de Samuel García acerca de lo que él llama el “Nuevo Nuevo León” y la forma en la que presenta a Tesla como la llegada del estado a la modernidad y el futuro. Eso es lo que hacen los políticos. Pero es necesario pasar ya de la cacería del aplauso, la medalla y la selfie, a posicionar al estado y la región para que el proyecto sea un éxito. ¿Qué se aprendió del proyecto de KIA? ¿Qué podemos hacer mejor? Nos falta mucho para poder hablar de haber llegado al futuro, como lo anuncia Samuel.

Ah, y esperemos que el nuevo modelo de Tesla no incluya 2 kilos de polvo cortesía de las pedreras de la zona.

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