Ser feliz con uno mismo

Nuestra motivación como seres humanos es alcanzar el pleno desarrollo, impulsados por el deseo de crecer y superarnos. Esto implica partir de una base, sea cual sea, y movernos hacia algo mayor. Con la felicidad pasa exactamente lo mismo: puede aumentar y crecer, siempre y cuando la base, es decir, nosotros mismos, sea sólida y bien formada.

Trabajar el bienestar desde uno mismo es fundamental para después conectar con el entorno laboral, los amigos o la familia. La buena autoestima y la satisfacción personal son claves en el crecimiento personal y la felicidad que percibimos de forma individual.

Nos repetimos en multitud de ocasiones el mantra de que seremos felices si alcanzamos tal objetivo o si tenemos algo que ahora nos falta. Sin embargo, la felicidad es un continuo, no un estado de todo o nada. Seguramente, alcanzar esos bienes, hará que sintamos un mayor bienestar, pero no podemos poner el peso en llegar a tenerlo para sentirnos bien.

La felicidad es alcanzada cuando nuestra autoestima se encuentra en un buen lugar. Cuando dedicamos tiempo al autocuidado, cuando nos respetamos y cuando tenemos en cuenta nuestras necesidades, podemos empezar a movernos a alcanzar otras metas mayores. La autoestima se consolida como la base del bienestar, porque si no nos queremos, esa felicidad solo se centrará en el vacío de lo externo y las valoraciones sociales.

Durante el día a día, nos rodeamos de multitud de personas, nos movemos por diferentes entornos y saltamos de unas actividades a otras. Todos esos elementos son variables, a veces están y a veces no. Sin embargo, hay un elemento invariable, presente siempre: nosotros mismos. Somos el común denominador a todo aquello que vivimos, todo lo que nos ocurre y lo que, por tanto, acaba conformando nuestra experiencia. Así, la felicidad debe tener la base de estar consolidada en uno mismo, y solo a través de ahí puede ir generalizándose al resto de situaciones y personas de nuestra vida.

¿De qué forma puedo empezar a ser feliz conmigo mismo?

1. Cuida tu cuerpo

Nuestro cuerpo es la base física de nuestra vida. Por eso, es importante dedicar cada día atención a cómo nos sentimos y lo que necesitamos. Es importante buscar actividades deportivas que nos hagan sentir bien, alimentos que nos den energía y descansar las horas necesarias.

2. Cuida tu mente

Nutrirnos de conocimientos que nos aporten valor, leer libros que nos apasionen o visitar exposiciones puede ayudarnos a alimentar la parte intelectual. De esta forma, también encontraremos momentos donde podamos ir desarrollándonos y crecer.

3. Crece en experiencias

Las nuevas actividades y atrevernos a hacer cosas que nos den miedo, otorgan valor a cada día y aumentan significativamente nuestro nivel medio de felicidad. Son momentos donde la mente se expande y se enriquece.

4. Ayuda a alguien

El altruismo y la generosidad son valores que nos hacen conectar con los demás, pero también con nosotros mismos. Ayudar a alguien es una buena forma de agradecer lo que tenemos y poder aportar a que los demás también incrementen su felicidad.

5. Busca tus metas

Saber qué sentido queremos que tenga nuestra vida, establecer metas y marcar el camino para conseguirlo, nos ayudará a trabajar para alcanzar mayores niveles de bienestar.

6. Acepta tus emociones

Las emociones tienen una función social y personal. Nos hablan de cómo nos sentimos y de aquello que necesitamos para estar mejor. Aceptarlas y escucharlas es la mejor forma de alinearnos con nosotros mismos.

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