Salvar a Coahuila del desastre que se viene

Sin importar sus “otros datos” que no son sino la viva expresión de su terca deshonestidad, lo cierto es que al finalizar 2019 Andrés Manuel López Obrador nos habrá entregado el peor desempeño de la economía en una década, desde la caída del PIB como consecuencia de la crisis global, y muy probablemente el año más violento desde que se lleva el registro de homicidios dolosos en México. Nada parecido al país de las maravillas que ofreció durante su campaña.

Sin embargo, por ahora, lo que nos queda es ver de qué manera blindamos a nuestro estado para que el desastre que se le vendrá al país por la pésima manera de gobernar del Presidente impacte lo menos posible a los coahuilenses. No podemos permitir que, con sus delirios de grandeza y su visión anclada en el pasado, AMLO nos arrastre al abismo. Tenemos que mantenernos como un estado productivo y competitivo.

Mucho nos ha costado avanzar a pesar de la megadeuda de Humberto Moreira y del daño causado al erario por la contratación que su hermano Rubén hizo de empresas fantasma. Por eso no debemos tolerar que el ídolo de barro con sus decisiones sin fundamento nos lleve hacia una nueva crisis. Necesitamos mantenernos unidos y trabajando con seriedad, pensando en el beneficio de Coahuila más allá de nuestras diferencias políticas.

Desde el Congreso del Estado hemos garantizado que los inversionistas encuentren la certeza legal que requieren sus capitales. No se trata, como algunos interpretan de manera equivocada, de privilegiada a unos cuantos, sino que incluso aquellos que apuestan para abrir micros y pequeñas empresas, que además son la mayoría de los inversionistas, sepan que existe un estado de derecho que los respalda, para que puedan competir en condiciones equitativas.

Pero también nos hemos mantenido en una actitud proactiva convocando a los otros poderes en la entidad y a la ciudadanía organizada para que hagamos juntos, todos, un esfuerzo adicional dadas las circunstancias. Tenemos un punto en común: ninguno estamos dispuestos a aceptar que se destruya lo que tanto trabajo ha costado construir; más aún, queremos vivir mejor.

Por supuesto, no todo es como debiera ser. Lamentablemente sigue habiendo resquicios para la corrupción y la ineficiencia, no sólo de parte de las entidades públicas sino también, hay que decirlo, de algunos individuos y sus organizaciones empresariales. No obstante, cada vez son los menos, porque todos los días se suman coahuilenses que entienden el daño que ha ocasionado a nuestro estado la corrupción y los malos manejos.

En Coahuila hemos aprendido de lecciones muy duras que jamás queremos repetir. Si somos capaces de superar nuestras propias limitaciones, lograremos que el daño que causa López Obrador a México nos salpique lo menos posible. Tenemos que confiar los unos en los otros, trabajar hombro con hombro sin descanso, aplicando nuestras energías y la gran creatividad que nos caracteriza a los hombres y las mujeres de estas tierras, para seguir construyendo esas condiciones de prosperidad que tanto anhelamos.

Coahuila tiene con qué y la hora de demostrarlo ha llegado. Salvemos juntos a nuestro estado del desastre que se viene para el país.

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