Productividad.

En México no hemos podido superar un nivel de vida caracterizado por la escasez. La pobreza parece una realidad insuperable para los mexicanos, pues pueden abundar las oportunidades de empleo e incluso los salarios dignos, y aun así sigue sin desaparecer del panorama la miseria y el subdesarrollo evidentes en mujeres y niños recorriendo las calles pidiendo dinero a los conductores y peatones.

Tenemos que reconocer que en la idiosincrasia de un número muy importante de nuestros compatriotas priva una actitud de rechazo al trabajo, la idea de que los empleadores son abusadores y la certeza de que el patrimonio de los adinerados provienen de la corrupción y del abuso, siempre, y nunca de su productividad.

Estas ideas tienen tanto tiempo en las cabezas de nuestro pueblo, que han pasado de verse con rechazo a observarse como estrategia inequívoca de prosperidad.

Como en las prisiones donde abundan los malvados, actualmente priva en nuestra comunidad la norma no escrita en donde es más criticable el delator de un crimen que el crimen mismo; abundan las reglas que dificultan el señalamiento y la demostración de actos criminales y es más fácil el progreso desde la posición del que traiciona la confianza de un empleador o quien comete delitos, que desde la postura donde se trabaja con lealtad a la empresa y se considera valioso el respeto a las reglas, el alineamiento con los objetivos o el simple cumplimiento de la ley.

Desde la óptica de un empresario que ha pasado por todas las características de un trabajador o empleado, cumplir las expectativas de un empleo no se puede considerar valioso si no parte primero de la premisa de entregar a los clientes suficientes o más servicios o productos; en segundo término de hacerlo con la mirada vigilante en la calidad de esos productos o servicios, que se encuentra en las características de ellos que le permiten al cliente satisfacer oportuna y eficazmente sus necesidades; y en tercer lugar, pero sin menor valor que las dos anteriores, en lograr la generación de prosperidad, que parte de lograr que el precio supere los costos de un producto de manera que se pueda crecer, invertir en la gente y los procesos y finalmente aumentar la eficiencia para entregar más y mejores productos, a precios más competitivos con la garantía de mayores premios para todos los que laboran en una empresa.

Pasar de la lealtad de un trabajador, servidor público o empresario exclusivamente consigo mismo, a un esquema en el que todos se comprometen con sus clientes, luego con su producto y finalmente con la prosperidad de todos los que trabajan en una institución o empresa, en un ambiente de respeto a las reglas y a la legalidad no ha podido entrar y arraigarse en las mentes de muchos mexicanos, sin embargo parece fundamental para cambiar el estado de las cosas y superar la pobreza que nos lastima a todos.

Hoy dale una oportunidad a este esquema y prepárate para cambiar tu vida y transformar este país para todos los que lo habitamos.

La justicia, el orden y la prosperidad siempre van de la mano, no las separes y date una oportunidad.

Que Dios Nos Bendiga.

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