Poema al maestro. Pablo Neruda

Viviendo entre otras vidas, olvida su propia vida,

destruyendo las tinieblas de la ignorancia gana su guerra,

su mayor paga son las respuestas de sus alumnos,

reír con ellos es su mayor goce.

 

Aunque triste esté, sonriente se le ve

la imagen más perfecta de comprensión y amor.

Su tiempo lo regaló y nunca lo discutió.

Unos lo quisieron, otros lo olvidaron

Más él siempre los quiso a todos.

 

Ahora, lento camina, el viento lo vence

y su voz ya no luce galante como cuando les leía.

Sentado está, mirando el cielo, sus ojos se cierran,

su mano cae y deja libre una hoja de papel.

La última nota escrita, el viento la entona

y la impulsa sobre la corriente de un río.

 

Me llevo el gran triunfo de saber que ustedes,

mis hijos, mis alumnos queridos,

representan en cada gesto, en cada andar, en cada vibración

pedazos de mí espíritu

que ahora ya son hombres seguros,

con ideales firmes y honestos.

 

Si algunos se pierden en esta rueda que es la vida,

volveré en la frase de un amigo, en la mirada de un niño,

en el entrecejo de un padre, o la caricia de una madre,

y te haré recordar, cuál es tú ‘camino’.

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