Manual del candidato

Arrancó ya el proceso electoral federal en todo el país para renovar la presidencia de la República y la totalidad de las dos cámaras del Legislativo. Los calendarios de campañas para gobernadores, alcaldes y congresos estatales dependen de leyes locales y varían según cada entidad, aunque toda coinciden con la fecha de la elección: 2 de junio.

En total se elegirán más de 19 mil cargos, lo que significa que, considerando los suplentes, serán más de 38 mil los candidatos que andarán tocando las puertas para pedir el voto. Aunque se han hecho esfuerzos por empatar las elecciones locales y federales, sigue habiendo lugares donde hay elección casi en todos los años.

Durante siglos se han escrito libros, tratados, leyes, reglamentos, tesis y un sin fin de documentos, sobre qué debe y qué puede decir y hacer un candidato. De hecho, un texto de los más antiguos que se tiene registro se lo escribió Quinto Tulio Cicerón a su hermano Marco en el contexto de su elección a cónsul en la República Romana y data de hace más de 2 mil años.

Aunque he leído mucho al respecto y he participado activamente en varias campañas, en algunas incluso como candidato, no pretendo en este espacio dictar una cátedra al respecto. Solo mencionaré algunas acciones que, en aras de fortalecer nuestra democracia, creo no deben realizar quienes anden tras el voto popular.

La política es una actividad muy desprestigiada. Y más allá de los escándalos de corrupción de unos cuantos, lo que más abona a esta percepción negativa es la falta de seriedad de algunos políticos al abordar temas trascendentales.

En ocasiones las campañas se convierten en subastas de disparates y propuestas inviables. A veces, no es popular decir la verdad, pero a la larga es la mejor estrategia para ganar la confianza de los electores.

Cuando las campañas se sumergen en un lodazal en el que sus actores se arrojan cubetadas de inmundicia, la sociedad se decepciona y pierde interés. Lo que quiere escuchar son soluciones, no ataques entre los candidatos. Le interesa saber más las razones para votar por una opción que las de no votar por el adversario. Al fin de cuentas, la vida de un político está en un escaparate y no es difícil conocer sus antecedentes.

Las elecciones fortalecen a la democracia y un comportamiento digno de los candidatos robustece los procesos electorales. Se valen los bailes que alegren y las innovaciones que atraigan, sin caer en lo ridículo que desprestigie la figura.

Campañas de altura, serias y propositivas motivarán una mayor participación ciudadana y una democracia más madura.

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