Las decisiones

A través de la toma de decisiones políticas es como se van fraguando los gobiernos y sobre todo los noveles, como el actual de Coahuila.

Se ha observado que la táctica de dilación al último momento ha causado no solamente sorpresas, sino desencuentros.

El estilo de otros gobernadores incluyendo a Montemayor de andar “placeando” a los candidatos a puestos populares y de instituciones, para luego del consenso y la opinión ir nominando, no parece ser buen consejo para el joven gobernador Jiménez y ahí las grietas del poder.

Así, las acciones se topan con una realidad calcinante y rebotan en el ánimo de los desplazados y los gobernados.

PRIMERA DECISIÓN.- Se trata de la nominación a las alcaldías desde el esquema de los acuerdos firmados entre PRI-PAN-PRD, en los que se entregaba la administración pública al triunvirato y que refiere un incumplimiento mordaz y gandalla por parte de la nomenclatura coahuilense, que se ha apoderado de las candidaturas aún las pactadas y con esa actitud refiere irán por el “zapato” en el argot del dominó, en las alcaldías.

Si bien es cierto, la aportación del PAN a la elección de gobernador fue muy pobre, mucho menor lo fue la del PRD y en el revire resultó ganador con una Secretaría de estado de importancia, alcaldías, notarias y siguen más nominaciones de la 3era etapa.

La joya de Torreón originó el quiebre de la alianza y es que ya se veía Memo Anaya en la silla mareadora, pero fallote y pelas. Se ve que la mano de Riquelme quiere imponer a como de lugar al alcalde Cepeda, aunque por ello vaya en juego la alianza.

Por lo pronto se rompieron las medias, aunque sea en forma momentánea y punto menos que imposible que se arreglen las cosas en armonía para las alcaldías pactadas.

Lo que deja de manifiesto este conflicto, es que PAN y PRI se repartieron las posiciones políticas del estado, y lo aberrante es que queda descubierto que las instituciones autónomas, que suponemos pertenecen a la ciudadanía y no deben ser objeto de negociaciones mezquinas, ya que de hacerse así menoscaban la autonomía y autenticidad de las mismas. 

SEGUNDA.- En lo que se refiere a las nominaciones a las alcaldías, ya hay sorpresas y avisos subliminales.

El nadador Díaz, gente cercana al gobernador y encargado de la dependencia de las despensas, los tinacos, los vales y las tarjetas, anuncia su intención de ser alcalde de Saltillo y tira la cuchara de Mejora con el sobresalto de Chema Fraustro. El mensaje es directo y excluyente y al más claro estilo del priismo, que pretendían zanjar hace años, pero no se ha logrado. El acuerdo al que llegaron con el actual alcalde sarapero, se tiene sellado con 3 candados como la puerta negra, pero se adivinan algunos próximos movimientos, por lo pronto voces informativas dicen que estará al frente de una responsabilidad nacional, una vez termine su encargo. 

Lo mismo sucede con la renuncia a la curul de Edna Dávalos, quien dice que será la próxima alcaldesa de Ramos Arizpe, ya palomeada por Manolo y la nomenclatura.

TERCERA.- La decisión en la escuela de cuadros del PRI, mal llamada UAdeC. Si de por sí la noble institución había sido condenada al triste papel de ser la escuela del priísmo más recalcitrante, con la administración de Hernández Vélez, se convirtió en una dependencia del partido que agrupa al sector juvenil del mismo.

Hernández Vélez, ex diputado local y ex presidente del CDE del PRI, ha logrado unir a los universitarios, pero en su contra y por lo que hace a la administración ha referido ser un tesorero del PRI para patrocinar diversas campañas políticas.

Los resultados de las diversas auditorias por parte del Gobierno Federal no han justificado los gastos de la institución y en nivel académico está en franca decadencia.

Deseoso de impulsar a dos candidatos de su confianza, se va a topar en pared con la decisión que venga del gobierno, que puede ser por dos vías: Jorge Alanís Canales vía directa del gobernador o Josué Garza en base a una negociación con Chema.

Se le olvida a Hernández Vélez de la fórmula utilizada en su nominación de rector, en el que solo importa un voto, el del gobernador en turno. Haya cosa.

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