La maldición de Shirky

Las instituciones tratarán de perpetuar el problema que deberían solucionar“. Esta es una traducción aproximada de lo que se conoce como “el Principio de Shirky”: “Institutions will try to preserve the problem to which they are the solution“. Clay Shirky escritor, consultor y profesor americano enfocado desde hace más de 25 años a entender el impacto social y económico de las tecnologías de internet y las redes sociales. Aunque el enfoque de su frase era principalmente en el contexto del internet, es imposible no extrapolar la frase a otros campos de la vida diaria de las empresas, las organizaciones y, por qué no, de los gobiernos. Así es como Kevin Kelly, editor y fundador de la revista Wired, acuñó el término “Principio de Shirky” que además le hizo pensar en “el Principio de Peter“, formulado por Laurence J. Peter y Raymond Hull en su libro de 1969 en un tono relativamente de broma o burla: “en una jerarquía u organización, los miembros de esta serán promovidos mientras trabajen competentemente, pero eventualmente serán promovidos a una posición en la que ya no serán competentes, llegando a su nivel de incompetencia, y ahí se mantendrán indefinidamente”. Así, dice el Principio de Peter, con el tiempo, cada puesto será ocupado por un empleado que es incompetente para cumplir con su encargo y ese encargo será cubierto por empleados que no han sido promovidos hasta su nivel de incompetencia; esos empleados encontrarán formas de administrar a sus superiores para limitar el daño que estos hagan a la organización. 

Ninguno de los dos principios necesariamente se hizo en base a lo que sucede en los gobiernos o en la administración pública en general, pero da la impresión de que si los combinamos podemos tener una buena idea de porqué los grandes problemas de un país como México, en manos de partidos políticos, funcionarios profesionales y gobiernos limitados no solo en sus recursos, sino en sus miras, parecen perpetuarse como por arte de magia. ¿Por qué si un gobierno dice que reducir la pobreza y la inseguridad son sus principales tareas, estas aumentan? Si el presidente y su equipo de seguridad se reúnen todos los días a primera hora (antes de cada mañanera) para revisar el tema de seguridad ¿cómo es que no parecen darse cuenta de que las tendencias en ese tema no son favorables y no hay ajustes al plan, estrategia o acciones concretas? ¿Por qué si el eslogan “por el bien de México, primero los pobres” es tan poderoso, no se acompaña de un plan de acción que muestre ajustes a lo que no ha funcionado en los últimos 3, 4 o 40 años? ¿Será que el Principio de Shirky se ha hecho presente en México y ataca sigilosamente a funcionarios y gobernantes sin distinción de partidos, intenciones o colores?

No se debe minimizar la complejidad que existe en problemas tan relevantes, que no empezaron ayer, como la inseguridad, la pobreza, la educación o la salud. Sin duda son temas que, de hacer las cosas consistentemente bien, pueden tardar décadas en ser resueltos, pero definitivamente decir o actuar como si se hubieran solucionado o minimizándolos no es parte de la fórmula adecuada para resolverlos. Esto nos pudiera poner a pensar que esos grandes y complejos problemas tal vez no necesitan grandes y espectaculares soluciones, sino avances marginales constantes que apunten en la dirección correcta y que no le den oportunidad a quienes están en el poder de distraerse con un problema tan colosal que los inhabilita o paraliza para pensar y actuar adecuadamente. Es urgente ver avances en este tipo de problemas complejos, del tamaño que sean y sobre los cuáles hay que seguir construyendo. No hay una bala de plata para los grandes problemas de México; quien así lo sugiera o piense, desde el poder o desde la oposición, está cometiendo un error.  Como decía Kelly: “los problemas que estamos tratando de resolver nos definen… y debido al Principio de Shirky, tal vez el progreso requiera que en ocasiones ignoremos o nos liberemos de esos grandes problemas… y entonces podemos buscar soluciones a problemas marginales que eviten que se conviertan en problemas muy grandes o complejos en el futuro“.

Y si vamos un poco más a fondo en cuanto a frases célebres, podemos citar a Upton Sinclair, quien fuera candidato a gobernador de California hace casi 100 años: “Es difícil hacer que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda“. O al escritor americano H.L. Mencken: “Nunca discutas con una persona cuyo empleo depende de que no la convenzas“.  Y así, es probable que estemos metidos en un pantano de incentivos perversos donde quienes manejan el pantano han sido promovidos a su nivel de incompetencia, no les conviene entender el problema o su solución potencial, o ser convencidos de nada y se encargarán de que los problemas se perpetúen, ya que de resolverlos se volverían obsoletos.

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