La Divalobos. Amorosa pasión por el teatro y la educación

A Diego, su hijo amado, y a la memoria de Lety Villalobos, amiga entrañable,  generosa, pródiga, dadora de afecto y alegría. 

Originaria de Cd. Frontera, Coahuila, La Divalobos, como cariñosamente le llamábamos, llegó a Saltillo en 1973, para estudiar en la Escuela Normal de Coahuila.

Fue ahí donde empezó su formación como actriz, participando en varias obras bajo la dirección de su primer maestro de teatro, Alfonso González, quien la inició en la actuación y le contagió el amor y la pasión por el arte escénico. 

Dos de las obras en las que actuó en esa época de estudiante normalista fueron La casa de Bernarda Alba y La noche de los asesinos.

Su talento trascendió el ámbito escolar y fue invitada por el reconocido maestro Eduardo Arizpe para representar el personaje de Yocasta, en Edipo Rey, junto al gran actor coahuilense, Jesús Valdés. A partir de entonces su relación profesional y de amistad con ellos, y posteriormente con René Gil y el que esto escribe, sería permanente, estableciendo una divertida complicidad en el cultivo del arte como un camino de realización, de gozo y deleite vitales. 

Desde aquellos años venía su gusto por la bohemia, la poesía, la música, el baile popular como el danzón y el tango, la música vernácula, la literatura latinoamericana y mexicana, la dramaturgia y la lírica de Lorca, los romances españoles, los corridos mexicanos. 

Al egresar de la Escuela Normal Básica, en 1977, Lety encontró trabajo como maestra en un pequeño pueblo del estado de Guanajuato, pero gracias a la brillante participación que había tenido en Edipo Rey, habría de obtener una plaza en el sistema educativo estatal, en justa retribución por haber aceptado trasladarse desde Guanajuato a Piedras Negras, para presentar la obra ante una invitada especial: la señora Carmen Romano de López Portillo, esposa del Presidente de la República, a quién Don Óscar Flores Tapia, entonces Gobernador de Coahuila, amante de las artes y anfitrión de aquella visita, quiso ofrecerle la representación de la obra de Sófocles, y para salvar la distancia que mediaba entre el bajío y nuestro estado, mandó una avioneta especialmente para el traslado de La Divalobos.

Lety cumplió su cometido y el Gobierno con lo prometido: en la entonces Dirección General de Educación, su titular, el profesor Jesús Alfonso Arreola Pérez, le asignó una plaza como asesora en el departamento de Educación Artística, a cargo del maestro Alejandro Hernández Barrios, entusiasta promotor cultural, con quién llevó también una sólida amistad. 

A la par que desarrollaba su profesión como docente y promotora de educación artística, Lety fue consolidando su formación actoral, por lo que se inscribía en cuanto curso o taller impartían en Coahuila los maestros enviados por el INBA u otras dependencias federales, como el ISSSTE o la Subsecretaría de Cultura de la SEP, a través del  Programa Cultural de las Fronteras. 

Entre 1981 y 1984, cursó en la Escuela Normal Superior de Coahuila la Licenciatura en Educación Artística, con la Especialidad de Teatro, en la que además de Eduardo Arizpe, tuvo como maestros a Fernando Saavedra, Héctor Dupuy y Miguel Ángel Tenorio, entre otros.

Condiscípulos suyos de aquella única generación fuimos varios amigos, actores y actrices que luego seríamos sus compañeros en los escenarios y en las aulas, entre ellos Sandra Yadira Berlanga, con quien mantuvo siempre una gran amistad. 

Siempre animada por el afán de enriquecer su preparación, estudió también la Licenciatura en Educación Media, con la especialidad de Lengua y Literatura Españolas, que concluyó en 1986. 

En 1998 acudió a los cursos que el INBA organizaba para los equipos que, previa selección, realizarían en los Estados las puestas en escena del Programa de Teatro Escolar; fue así que ese año estudió con maestros de La Casa del Teatro, como Luis de Tavira, Morris Savariego y Rogelio Luévano, entre otros. 

Sobre su trabajo como actriz, recuerdo su disciplina y la seriedad que ponía en cada proyecto. Siempre que abordaba la construcción de un personaje, Lety asumía con gran responsabilidad, y casi con actitud religiosa, el propósito superior que de acuerdo a Stanislavsky deben plantearse los actores: “crear la vida de un espíritu humano y expresarla en forma artística”. Y eso hacía ella en cada creación. Abnegaba siempre en favor del personaje. 

Hay actrices que ofrendan su pensamiento, su cuerpo y su emoción, su voz, sus venas y su sangre, para que el verbo, la palabra dramática se haga carne y habite entre nosotros; para que la vida fluya en la escena, y palpite, y vibre, y sea hoy, aquí y ahora, en la inefable realidad de la ficción artística. Lety era una de ellas. 

Pocas veces he visto cimbrarse un teatro con actuaciones como la de ella. Desde la ficción artística trajo al presente el pensamiento, el alma y el dolor de personajes como Yocasta, en Edipo Rey; Bernarda, en La casa de Bernarda Alba; la Madre, en Bodas de Sangre; Damiana, en Contrabando; La Doña, en De la calle; La Maestra, en Dulces Compañías; la Madre, en Conmemorantes; Malena, en Que pronto se hace tarde,  La Abuela, en Los niños de sal, o Regina, en Cuando los Ángeles lloran, su última gran actuación. 

Durante 45 años, Lety alternó su vocación como educadora y su pasión teatral viviendo entre los escenarios, las aulas y los espacios escolares. Entregó su vida a la actuación, la docencia, la promoción cultural y artística, hasta que la muerte la sorprendió el año 2020, siendo Directora del Departamento de Educación Artística, a donde la había llevado Yocasta años atrás. Hizo mutis cuando ya había realizado una gran obra social, educativa y artística, cuando había gozado y disfrutado del placer de vivir y cuando había formado y visto crecer a su hijo Diego, la luz de sus ojos y su mayor motivo de felicidad. 

En reuniones de amigos gustaba Lety de cantar boleros cubanos y mexicanos, o recitar poemas de los de “rompe y rasga”. Tantas noches cantamos junto a entrañables amigos, actores, actrices, maestras y maestros de todo el estado, que mucho la apreciaron por su carácter alegre y su bonhomía, pues como el personaje de uno de los corridos que interpretaba -El desertor-, ella “se dio a querer entre el regimiento”, no solo de actores, sino de  músicos, cantantes, pintores, bailarines, escritores, poetas. 

Poseedora de una capacidad histriónica fundada en su preparación, su imaginación y su intuición creadoras, La Divalobos dio vida a personajes de tragedias, comedias, farsas, melodramas, piezas, y obras didácticas. 

Alguna vez le di a conocer un soneto que le gustó mucho y luego decíamos juntos. Aquel de Luis de Sandoval y Zapata, poeta novohispano, que en la antología Ómnibus de Poesía Mexicana aparece con el título de “Ante el cadáver de una actriz”. Lo transcribo ahora en homenaje póstumo a su memoria: 

Aquí yace la púrpura dormida;

aquí el garbo, el gracejo, la hermosura,

la voz de aquel clarín de la dulzura 

donde templó sus números la vida.

 

Trompa de amor, ya no a la lid convida

el clarín de su música blandura;

hoy aprisiona en la tiniebla oscura

tantas sonoras almas una herida. 

La representación, la vida airosa

te debieron los versos y más cierta.

Tan bien fingiste -amante, helada, esquiva-,

que hasta la Muerte se quedó dudosa

si la representaste como muerta

o si la padeciste como viva. 

Epílogo.

Si mi memoria y la de amigos informantes no nos fallan, la siguiente es una lista de algunas de las actuaciones más relevantes de Lety, sujeta desde luego a alguna precisión y sin considerar otros muchos trabajos con grupos amateurs y escolares:

De su paso por la Escuela Normal son las ya mencionadas: La Casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca y La noche de los asesinos, de José Triana, Dir. Alfonso González. 

En el ámbito profesional:

1977. Edipo Rey, de Sófocles, Dir. Eduardo Arizpe. 

1980-81. La pastorela de Catón, de Armando Fuentes, Dir. Jesús Valdez 

1982-83. Romances y Corridos, Dir. Eduardo Arizpe y Gustavo García.

1983. Usted puede ser un asesino, de Alfonso Paso, Dir. Eduardo Arizpe.

1983. Los Cuervos están de luto, de Hugo Argüelles, Dir. Gustavo García.

1983. Ninette y un Sr. de Murcia, de Miguel Mihura, Dir. Gustavo García.

1983. La noche de los asesinos, de José Triana, (productora ejecutiva). Dir. Gustavo García. 

1986-87. Máquina, de Alejandro Licona, Dir. Gustavo García.

1988. Te juro Juana que tengo ganas, de Emilio Carballido, Dir. Naty Molina. 

1989-90. Bodas de sangre, de Federico García Lorca, Dir. Leticia Villalobos.

1990. Clotilde en su casa, de Jorge Ibargüengoitia, Dir. Jesús Valdez. 

1990. Entremeses, de Miguel de Cervantes, Dir. Jesús Valdez.

1990. La jornada tlaxcalteca, de Mabel Garza, Dir. Jesús Valdés.

1990. La madrugada, de Juan Tovar, Dir. Jesús Valdez.

1990. La lente maravillosa, de Emilio Carballido. Dir. Leticia Villalobos.

1990. El Juglarón, de León Felipe, Dir. Jesús Valdez.

1990. En el Nombre de Dios, de Sabina Berman, Dir. Mabel Garza. 

1995-96. De la calle, de Jesús González Dávila, Dir. Alejandro Santiex.

1997. Petición de mano, de Antón Chejov, Dir. Marissa Vallejo.

1997. La boda, de Bertolt Brecht, Dir. Jorge Méndez.

1997. El medico a palos, de Moliere, Dir. Marissa Vallejo.

1997. Que pronto se hace tarde, de Vicente Leñero, Dir. Luis Martín.

1997. Escrito y sellado, de Isaac Chocrón, Dir. Luis Martín. 

2005-08. La pastorela de Catón, de Armando Fuentes, Dir. Gustavo García.

2006. Dulces Compañías, de Óscar Liera, Dir. Jorge Méndez.

2006-07. Contrabando, de Víctor Hugo Rascón Banda. Dir. Gustavo García

2008. Conmemorantes, de Emilio Carballido, Dir. Mabel Garza 

2006-08. Evocación de Susana San Juan, Lectura teatralizada de fragmentos de Pedro Páramo, de Juan Rulfo, Dir. Gustavo García.

2007-08. Los niños de sal, de Hernán Galindo, Dir. Juan Antonio Villarreal.

2009. Pájaro en mano, de Jorge Ibargüengoitia, Dir. Gustavo García 

2011-14.  Las Muertas, de Jorge Ibargüengoitia, Lectura Teatralizada, Dir. Gustavo García.

2017. Cuando los Ángeles lloran, de Carlos Pascual, Dir. Gustavo García.  

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