Fenómeno “El Niño” generará picos importantes de calor y sequías

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El fenómeno climático El Niño-Oscilación del Sur (ENSO) consta de dos fases -la fría, llamada La Niña, y la cálida, conocida como El Niño– y supone “la variación de temperatura más importante a nivel global”, explica Carlo Buontempo, director del servicio de Cambio Climático de Copernicus, el programa de medición satelital de la Unión Europea.

Este físico precisa que la oscilación ENSO, si bien alterna una fase fría y una cálida, no es regular ni necesariamente cíclica, como sí son otros fenómenos climáticos, y alega que puede haber varios años consecutivos en una misma fase, como de hecho ha ocurrido en los últimos tres años con La Niña, que acaba de terminar.

La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos dio por finiquitada esta fase fría en marzo y ahora, en un periodo neutral de ENSO -en el que no hay La Niña pero tampoco ha llegado aún El Niño-, augura que hay un 62 por ciento de probabilidad de que El Niño se asiente entre mayo y julio de este año.

Precisamente el fin de La Niña y el desarrollo de El Niño -junto al calentamiento global originado por el hombre- es uno de los argumentos que los especialistas ofrecen para explicar el máximo histórico de temperatura de la superficie marina registrado a principios de abril, cuando los océanos marcaron 21.1 grados centígrados de media, superando el anterior récord de 21 alcanzado en 2016.

El Niño aumenta la temperatura de la superficie oceánica -que puede en la región tropical del Pacífico central ascender al menos 0.8 grados centígrados-, un calentamiento que altera la variación de precipitaciones en todo el planeta y, según Buontempo, eleva el riesgo de fenómenos extremos como sequías e inundaciones.

Este experto aclara que las consecuencias de El Niño afectarán sobre todo a la región del sudeste asiático y a Australia, pero también a partes de Latinoamérica y del continente africano y, de manera menos intensa, al resto del mundo.

Por ejemplo, apunta que El Niño puede incidir en la formación de huracanes en el Atlántico, ya que “modula la dirección del viento en la alta atmósfera”.

Aunque son fenómenos que se pueden percibir como independientes, Buontempo aclara que el cambio climático tiene un impacto sobre El Niño y viceversa, pues sostiene que “tanto a nivel de temperatura como de precipitaciones, los extremos que vamos a ver durante El Niño o La Niña serán más fuertes de lo que han sido hasta ahora”.

En conjunto, los últimos ocho años han sido los más cálidos en la historia de la humanidad y “lo verdaderamente sorprendente”, para este especialista, es que muchos han coincidido con La Niña, la fase del fenómeno ENSO que refresca las aguas del Pacífico.

“Normalmente la temperatura global suele ser más baja en estos años de La Niña y aún así hemos tenido extremos de temperatura, lo que indica que la tendencia del calentamiento global es muy fuerte”, expone el científico.

Sin embargo, los mayores picos de calor han sucedido durante El Niño (en años especialmente cálidos como 1998 o 2016, por ejemplo), apunta Buontempo, y es previsible que en los próximos meses -a finales de 2023 o ya en 2024- se registren nuevos máximos en la temperatura media global.

“Si a esa tendencia de calentamiento del planeta le sumamos el efecto de El Niño, es muy probable que tengamos un pico importante”, advierte el especialista.

López-Dóriga

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