“El tesoro Moreira”.

“El tesoro Moreira” es Coahuila entero.

Coahuila es el botín, lo somos los coahuilenses (acobardados, sometidos).

Todo han querido y todo obtienen, por las buenas o por las malas. La política y la sociedad, la economía y los negocios (ajenos). Los medios de comunicación (y el poder mediático, comprando a todos los que se venden, medios, personajes y personas). Los puestos (y el fuero). Los bancos, el dinero de los bancos, la deuda pública convertida en fortuna mal habida; distraída y escondida en bancos extranjeros. Y los intereses.

Todo Coahuila lo desean, lo hurtan: su gente (las voluntades hincadas o cooptadas), el subsuelo (sus energéticos). El dinero de todos ahora es de ellos: el dinero del erario, de los impuestos, el dinero bueno y el malo, el dinero de las obras y el de las empresas fantasma, solo son vías para obtenerlo.

Los ranchos (y las vacas, y las siembras, y los réditos agrícolas) y las quintas, las huertas y los negocios prósperos. Las sedes de los museos (y los dinosaurios, y las aves del museo). Las construcciones emblemáticas en el centro de las ciudades y los terrenos lejanos, los quieren todos. Las constructoras (y las obras públicas), los programas sociales (y los votos del hambre).

Y las policías y los malos (y las pistolas y los cuernos de chivo), y la vinculación por el dinero fácil y abundante (en suburban retacadas de maletas con dólares calientes). Y los negocios de este lado y del otro (del Bravo y del océano), y en Chile y en el Uruguay (vía tanto prestanombres).

Que nos pueden asustar ya 62 míseros millones de dólares escondidos en paraísos fiscales, si son cientos de miles de millones los desvanecidos. Claro que duelen (porque el robo duele y que te vean la cara, duele mucho). Pero es solo un pedazo del daño total, que es magno.

Dice el cínico presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, que Miguel Riquelme no se apellida Moreira. Pues solo eso faltaba. Es su vivo retrato, su socio, su hincado, su sometido, su tapadera, su gañán de la política. Su heredero del poder (intentado).

Y su nómina millonaria (de 100 millones por mes), esa que también se escamotea del dinero público para pagar la otra nómina (la del voto duro). La que tiene estúpidos a votantes robot, que joden a su familia (la venden) por una despensa con gorupos, dos bultos de cemento y un tinaco (sin agua).

¡Quieren llevarse hasta los terrones!, porque los hemos dejado.

¿Cuauhtémoc, dónde está el tesoro?, y le quemaron los pies.

¿Moreira, dónde está el dinero?, de aquel sexenio (Moreira I), y de éste (Moreira II) … y la cuenta sigue ¿Moreira III?

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Compartir