El elefante

Este viernes pasado el dólar llegó a cotizarse en 17.62 pesos, cerca de sus niveles mínimos de los últimos meses y en un nivel que tocó por primera vez en enero de 2016.

El presidente y su equipo insisten en presumir la apreciación del peso como un logro de su gobierno y consideran que es una buena noticia, como lo indicó el Coordinador de Comunicación Social de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, en su cuenta de Twitter. No sorprende ese nivel de política, han presumido antes un peso fuerte o hasta las remesas de paisanos como un logro que se les debe a ellos, todo gobierno busca cosas que presumir. Lo que debe sorprendernos es la aparente falta de reflexión, de análisis y de al menos un bosquejo de plan sobre qué es lo prudente, adecuado, necesario y conveniente para el país en el mediano y largo plazo en relación con el valor del peso respecto a otras monedas. No parece existir la intención de poner el tema en la mesa, mucho menos atenderlo. Ni el gobierno federal, ni Banxico, ni el “mainstream” de economistas mexicanos, ni las principales organizaciones empresariales parecen darse por aludidos. Banxico sabe que su lucha contra la inflación ha sido factor fundamental en la apreciación del peso, lo cual representa una doble carga para quienes animan a invertir y producir en México: por un lado, los préstamos se han encarecido y, por otro, se vuelve cada vez más difícil competir contra importaciones que son subsidiadas por un peso tan fuerte. Queremos presumir que somos una potencia exportadora, pero alineamos las piezas del tablero de una forma en que se vuelve más difícil poder obtener una balanza comercial superavitaria y en la que se incentiva la demanda de productos y servicios importados, limitando el contenido mexicano de la producción a lo estrictamente indispensable o imposible de reemplazar. Además de esos dados cargados, se mantienen sectores relevantes de la economía con poca o nula competencia, al amparo de un gobierno que, en ese tema, sigue actuando igual que los de antes y confiando en que los planetas se le seguirán alineando por casualidad, ignorando que en cualquier momento los planetas pueden desalinearse por completo y pescarnos con los dedos en la puerta.

Tarde o temprano tendremos que darnos cuenta y hablar del elefante en la habitación que es el “súper peso” y las implicaciones que tiene para el futuro del país. No hace mucho hablamos en este espacio de cómo la fuerza del peso se ha convertido en un impuesto escondido para los exportadores que les pega directo en sus utilidades, haciendo que muchos proyectos dejen de ser rentables. Hoy quisiera compartir algunos números que nos permitan tener una idea de porqué el nivel actual del peso no debería ser motivo de festejos o aplausos, sino de preocupación para quien tiene en mente el mediano y largo plazo y no solamente el dato de inflación de la quincena o el proceso electoral más cercano.

El gobierno federal y gobiernos estatales como el de Coahuila y Nuevo León no se cansan de presumir el impacto positivo en inversión derivado del “nearshoring” (inversiones en sector manufactura de empresas que quieren estar cerca de su mercado objetivo -Estados Unidos- y ven a México como opción). Apenas esta semana, el gobernador de Coahuila anunció una fuerte inversión de una empresa China en Saltillo y el gobernador de Nuevo León regresó de una misión comercial por Asia desde donde presumía la llegada de nuevas empresas coreanas y de Taiwán. Pero ni ellos ni sus equipos parecen querer enterarse de que esas inversiones no tendrán todo el “punch” posible ya que les será difícil maximizar proveeduría con contenido nacional porque les será más económico simplemente importar insumos desde sus países de origen o de otros mercados debido al sobrecosto que representa un tipo de cambio en los niveles actuales para quienes pudieran surtirles desde México.

Por ejemplo, una empresa china tiene que darse cuenta de que el peso compra ahora un 33% más yuanes chinos que lo que compraba en abril de 2020. Una empresa coreana tardará 10 segundos en ver que un peso hoy compra 75 wones coreanos, mientras que compraba 49 hace 3 años, ¡50% más! Una empresa americana se dará cuenta de que el peso hoy compra cerca de 40% más dólares de los que compraba hace 3 años que el peso tocó su punto más débil. Es decir, para quien compara precios entre México y esos países le será fácil ver que todo lo que se hace en México se ha encarecido relativamente contra dichos países. Si nos comparamos con un país en desarrollo como Polonia, que ha sido relativamente exitoso en los últimos 10 o 20 años, veremos que su moneda (zloty) se mantiene en niveles prácticamente iguales contra el dólar y el yuan y solo se ha apreciado un 9% respecto al won coreano. Sin embargo, el peso mexicano compra hoy 33% más zlotys que hace 3 años. Moraleja: si tienes una empresa te será cada vez más difícil encontrar que productos con contenido en pesos sean más competitivos que productos con contenido en wones, yuanes, dólares o zlotys.

A más contenido en pesos, menos competitividad en el mercado.

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