Ciudad compacta

Desde los orígenes mismos de la convivencia humana y su aglutinamiento en las ciudades, éstas se convirtieron en centros de oportunidades para encontrar mejores condiciones laborales, de salud, de educación y de esparcimiento. Esta búsqueda de una mejor calidad de vida ha sido la causante del abandono del campo y el sobrepoblamiento de los centros urbanos.

Y las ciudades comenzaron a crecer a lo largo y a expandirse a lo ancho, sin una planeación adecuada pensada a futuro. Y ese futuro ya nos alcanzó. ONU-Hábitat nos avisa que para finales de la década el 60% de la población vivirá en las ciudades. En México, el problema se acentúa ya que actualmente la proporción citadina de sus habitantes es del 80%, y en estados norteños, como Nuevo León y Coahuila, supera ya el 90%.

Son las ciudades grandes centros de contaminación, concentrando la gran mayoría de las emisiones de dióxido de carbono en el planeta. La concepción antigua del modelo de ciudad no abona al cuidado del medio ambiente. A mayor dispersión urbana, mayores desplazamientos en vehículos de combustión. Las grandes soluciones a los problemas de movilidad, como la construcción de amplias avenidas y largas carreteras mediante el crecimiento de la plancha asfáltica, causan mayor calentamiento global, además de atentar contra las áreas de valor ambiental, que cada vez son menores.

Parte de la solución es comenzar a transformar nuestras ciudades en compactas. Lejos de seguir construyendo vivienda en las periferias, debemos promover el retorno a los centros, donde ya se encuentran los servicios y el transporte. La vivienda vertical y los usos mixtos son alternativas cada vez más viables para reducir la movilidad y la contaminación, además de liberar tiempo de convivencia familiar.

El impacto ambiental de la vivienda debe reducirse paulatinamente, tanto en sus procesos de construcción, mediante el reciclaje de escombros y la minimización de residuos, como en las condiciones de habitabilidad. La utilización de materiales térmicos, paneles solares, dispositivos de ahorro de agua y equipos de aire acondicionado eficientes son ya una necesidad más que un lujo. 

Las áreas verdes deben estar compuestas por flora propia de la región, que no requiera riego adicional, y las plazas públicas pueden convertirse en centros de recarga de los mantos freáticos mediante la utilización de materiales porosos. El uso de la bicicleta debe incentivarse mediante la inversión en infraestructura adecuada y educación vial.

La Estrategia de Vivienda Adecuada y Urbanización Sostenible propuesta por ONU-Hábitat, y que hemos suscrito estados como Coahuila, va en ese sentido. La participación de los tres niveles de gobierno es indispensable, pero lo más importante es el compromiso de la ciudadanía. Es necesario un cambio en la forma de concebir y de vivir las ciudades por parte de todos.

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