Valores espirituales

Los valores espirituales son los comportamientos y creencias que se tienen como preferentes, relacionados con inmaterial, psíquico, mental, místico o religioso. El ser humano desarrolla estos valores a lo largo de su vida conforme recibe una formación moral, ya que estos se traducen en el buen comportamiento y costumbres avaladas por la cultura.

Por ejemplo, ser sensible, pacífico, meditativo o valorar la conexión entre personas pueden ser valores espirituales; son conceptos inmateriales, que se consideran relacionados con el «espíritu».

Usualmente, los valores espirituales más tratados por la teología son la armonía, la verdad, la caridad, la fe y la esperanza. Estos valores son los definidos como fundamentales para que el ser humano pueda establecer una relación profunda con un dios por fuera del plano humano y material.

Características de los valores espirituales

En general, los valores espirituales se centran en aquellas cosas que contribuyen con el desarrollo espiritual de los seres humanos sin tener ningún tipo de relación con el plano material.

Son altamente influyentes en el sentido de realización personal de los seres humanos y afectan la manera como estos se relacionan entre sí.

Una característica fundamental de los valores espirituales es que se encuentran vinculados a las creencias religiosas y en este sentido hacen viable que haya una relación sostenible entre los seres humanos y un dios. Buscan el mejoramiento del individuo en un plano sobrenatural.

Los valores representan la esencia y quintaesencia del conocimiento adquirido por la humanidad durante miles de años. Los valores le dan al hombre el conocimiento que necesitan para crecer, desarrollarse y progresar de forma continua.

Los valores son habilidades espirituales que canalizan la energía a un nivel superior de realización personal. 

Ejemplos de valores espirituales

1- Armonía

La vida generalmente está llena de contradicciones, conflictos y desacuerdos. El espíritu es una unidad que debe estar basada en la armonía. De esta forma, al expresar y mantener nuestras vidas en armonía, estamos trabajando fuertemente para llegar a un estado de conciencia espiritual.

Cuando se alcanza este estado de armonía, el espíritu se abre a oportunidades inesperadas, se da un proceso de expansión de la conciencia fuera del plano físico y el ser humano experimenta un estado permanente de alegría, teniendo la capacidad de descubrir su realidad de otra forma y adquirir un conocimiento superior.

La armonía permite a los seres humanos anhelar bienestar para todo aquello que les rodea. Es un estado de paz y plenitud que permite al alma encaminarse rumbo a la felicidad.

Un ejemplo de la armonía se puede evidenciar cuando un individuo se dedica a hacer aquello que le hace feliz y a su vez, busca hacer feliz a las demás personas.

2- Verdad

La verdad es la última expresión de la divinidad. La verdad es esencialmente la realidad. Para tener pensamientos verdaderos, tanto las palabras como las acciones deben estar alineadas con el resto de nuestras vidas de forma coherente, solo así podremos llegar a un mayor estado de conciencia.

Ser honesto no es solo hablar con la verdad, es ser completamente transparente con nuestras actitudes y posturas frente a la vida.

De esta manera, se dice que todas las circunstancias se viven de manera inflexiblemente verdadera, permitiendo al alma elevarse por encima del plano de la conciencia humana, alcanzando la altura espiritual.

Vivir de acuerdo al valor espiritual de la verdad es vivir de forma consecuente. Por ejemplo, si creemos fervientemente en algo, actuamos según nuestras creencias y no de forma contradictoria con las mismas.

3- Caridad

El progreso espiritual significa rebasar los límites del ego. El ego únicamente se preocupa por su bienestar y placer. Para cambiar genuinamente la orientación de nuestras vidas, debemos cambiar del ego al espíritu.

Muchas veces, es normal ver que en la práctica, un individuo ayuda a otro esperando algo en retorno. Estas acciones no son caritativas y buscan amor, bienes materiales o favores en contraprestación.

La caridad significa que no nos sentimos superiores ni damos a los otros aquello que necesitan para sentirnos mejor sobre nuestras vidas. La caridad trae consigo alegría genuina y profunda por hacerle bien a las demás personas, sin tener muy presente qué se da.

Este valor espiritual es entendido como la compasión por una persona ajena a nuestra realidad. Busca sentir el dolor del otro como si fuese propio, para buscar remedio a este dolor sin esperar nada en retorno.

4- Fe

La fe es considerada a menudo como una facultad y no como un valor. Sin embargo, la mente puede aceptar la idea de la fe y convertirla en un principio dinámico de vida. La fe es descrita como el conocimiento del alma que la mente aún no domina.

Todo lo que hacemos en la vida requiere tener fe en algo, en nuestras capacidades, en la tecnología, en la ley, en la honestidad y valores de otras personas, entre otros.

A menudo, nuestra fe se encuentra limitada por nuestras experiencias pasadas y nuestra voluntad de confiar en otros.

Para que la fe pueda ser parte de los valores espirituales de una persona, primero debemos cambiar la orientación de nuestra confianza de nosotros mismos, otras personas, el dinero o cualquier elemento material, a nuestro espíritu. Cuando se confía en el espíritu, se comprende la vida desde una realidad superior.

La fe es la afirmación contundente de que existe una divinidad superior dispuesta a contribuir con nuestro desarrollo personal y bienestar.

Por esta razón, el valor de la fe ayuda al ser humano a mitigar sus preocupaciones, a no perder la esperanza y a afrontar la vida sin temor.

5- Esperanza

La esperanza es un valor espiritual que juega un papel fundamental en religiones como la católica y cristiana.

A nivel espiritual, este valor se fundamenta en la creencia de que el espíritu de los seres humanos no es un elemento efímero, sino que trascenderá a un plano sobrenatural después de la muerte.

Fuera de la religión cristiana, la esperanza es más que un valor espiritual y se entiende también como un valor personal que da a los seres humanos la posibilidad de vivir la vida con optimismo, orientando la energía al cumplimiento de objetivos.

Es un motor que permite abrir y construir caminos que nos lleven a aquello que añoramos. Es la posibilidad de soñar y opera como un motor de vida.

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