Soneto de Otoño. Medardo Ángel Silva

¡De nuevo son las rosas de Octubre, Otoño mío…!
Han escondido el sol en una cueva obscura…
Y los pálidos dedos del inmortal Hastío
estrujan, rosa seca, mi pasada ventura.

¡Lacerante recuerdo de la extinta dulzura
que torna vanamente al corazón vacío…!
Perdimos el sendero y la noche perdura, 
¡la noche!, y aún no brilla tu luminar, ¡Dios mío!

Los años son guirnalda florecida, 
pensamos, una fiesta es nuestra vida…
E hicimos una fiesta de toda ella…

Pero sonó el Destino inexorable su hora
y el brusco despertar nos anunció la aurora
verdadera, la aurora sin flor y sin estrella.

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