Secretos de Familia (capítulo V)

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Corría el año de 1999, ya había candidato a la gubernatura. Enrique Martínez y Martínez enfrentaba el mayor desafío de su vida política (ese que tantos obstáculos encaraba; aun con su poder y dinero). Lucharía contra sus opositores, dentro y fuera de la contienda, ello lo sabía bien.

Topó contra el ánimo del propio Gobernador Rogelio Montemayor Seguí, quién se quedó con los pendones y calcomanías de Chuy María Ramón Valdés (su candidato), sobre el escritorio del Palacio de Cantera Rosa.

De la Perla Tapatía a Saltillo. De las clases de corneta (para bandas de guerra escolares) a la campaña, llegaba el Profesor Moreira.

Hábil y dispuesto, el profesor salía de su retiro y se ponía a las órdenes del candidato Martínez. “La mapachada”, era su especialidad; la relación con el Magisterio, fue su carta de presentación. El otro profesor (que se fue a estudiar Derecho, y no terminó derecho); daba saltos de alegría. Beto el bailador llegaba al rescate de la familia Moreira; y eso, no es poco decir, son muchos y todos afectos “al servicio público”. Familia que vive fuera del presupuesto, vive en el error.

La lisonja servil del profesor al candidato era peor cada día, se desvivía en halagos en lugar de operar. El Celo de las  figuras aparentes en la campaña descompuso el ambiente interno. El Jefe puso orden, a su estilo enérgico. Zapatero a tus zapatos, ordenó al profesor, dedícate a lo tuyo y deja a cada quien hacer su trabajo; incluso a mí.

Créalo o no, el profesor sospechaba que su propio hermano metía cizaña con Javier Guerrero, Con Raúl Sifuentes (concentrado cien por ciento en La Laguna, a donde el profesor nunca iba) y con Abraham Cepeda.

Rubén Moreira era un ayudante menor, ayudante del hermano menor (en la vida, y mayor en la política). El “abogado”, pasó sin mérito por esa etapa definitoria (por eso sus cargos posteriores, fueron insulsos y medianos; siempre conseguidos por el profe).

Humberto enderezó el barco político. Fue acercándose cada vez más al candidato.

Cambio su estrategia, ya no más lisonja personal, en cambio, tenia acuerdo con líderes y algunos maestros para que fuesen ellos quienes, en los mítines y eventos,  le hablaran bien al candidato… del profe. La piel del profesor era gruesa, aguantaba comilonas y beberecuas, aguantaba trotes y danzas, hasta trasnochadas reparadoras. Humildemente y dispuesto, ya tarde cuando los otros se habían retirado (para evitar celos innecesarios), masajeaba al candidato, quien cansado del trote de la campaña, se retorcía del dolor de pies y cuello.

Esos empeños del bailador, fueron agradecidos con el tiempo.

El trabajo del profesor en la elección fue definitivo, hay que decirlo como es. El triunfo por muchas razones fue claro y contundente. Pero destacaba la organización electoral y la estructura del profe daba resultados, amén del trabajo general del equipo y de la actividad de la campaña, que justificaba sobradamente el triunfo electoral.

Paulatinamente, el trabajo y la disposición, y claro los resultados, lo ubicaban cercano al proyecto del virtual gobernador, Martínez y Martínez.

Una vez ganada la elección, la Secretaría de Desarrollo Social del nuevo gabinete parecía estar apartada para el profe Moreira.

Él, llamó a la maestra Gordillo, y juntos movieron sus hilos tentaculares. Enrique Martínez corrige los trazos del proyecto (en el cuaderno de sus apuntes, a la antigua), y Humberto es considerado entonces para la cartera de Educación Pública.

Esas maniobras del bailador eran festejadas entonces por el Gobernador Electo.

Luego, pasados los años, ya no le resultaron tan jocosas.

Una cosa es la habilidad para acomodar tus fichas y otra muy distinta, amarrar tu futuro a costa del éxito de tu patrón.

Las argucias chapuceras de los hermanos, se evidencian a la postre.

Continuará…

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