¡Réquiem por Gerardo Herrera Ramírez!

“La música toca lento al paso del cortejo, ahí yace un hombre justo, un cantautor excelso”. AGP.

Gerardo Herrera marcha dilecto, como en vida fue y circunspecto.

El silencio es ensordecedor, no hay música no hay viento, ni el aire se ha atrevido a estorbar su ascenso al estrellato mayor, ese reservado para los eternos.

Un privilegio

Tuve el privilegio de conocer, aquilatar, escuchar cantar y saber de su generosidad y enorme calidad humana; y de apreciar a don Gerardo Herrera Ramírez y doy gracias por ello.

Un tipo y arquetipo, inigualables. Un personaje irrepetible fue el buen Gerardo… “bohemio de afición, amigo de la gente”.

Se fue pero aquí está, Gerardo.

Pertenece a estas tierras porque aquí fue fecundo en familia, amigos, seguidores, alumnos; oidores y testigos, por montones, de su cultura y humanismo, de los rasgueos de su guitarra y de la música en su alma.

Historia de una canción

Conocedor como pocos, Gerardo Herrera sabía y decía autores y cantantes de canciones, música y letra de todas latitudes.

Sabía como nadie de anécdotas y detalles que inspiraron vidas, amores y desamores en cada estrofa y en casa acorde. De hijos, familias y amantes que rondaron las vidas y bohemias, de compositores y de escritores y poetas. De todos sabía (tanto o mejor que incluso ellos) y entendía, Gerardo.

A quien esto escribe, insuficiente y parco ante abundante prosapia de Herrera Ramírez, me regaló Gerardo y autografió, unos libros y CD’s de su basta obra “Historia de una Canción”.

Dedicó con su puño y su letra esos textos y esas elocuentes grabaciones y les puso el nombre de casa uno de mis tres hijos ¡Que legado invaluable, que generosidad, inigualable!

Gracias, amigo. Gerardo Herrera Ramírez. Descansa en paz.

Pasando lista

Cómo entender que se ha ido, cómo pasar lista a las bohemias y no escucharlo decir “presente”.

Saltillo y La Narro, la bohemia y la música, la elocución y la narrativa, la televisión y la radio, los escenarios y los platós; la buena voluntad y la canción que hizo vida con su vida, tristes y melancólicos quedan… Se ha ido el maestro.

El aula sigue llena de alumnos, aprendices y ocasionados… y ahora ¿Quién se atreverá a sustituirlo?, si era “hecho de Dios y a mano”.

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