Los errores son parte de la vida

En una sociedad donde se asocia el éxito con la perfección, con rendir mucho, con sacar las mejores notas o tener los mejores resultados en cualquier deporte, es difícil transmitirles a nuestros hijos el mensaje de que está bien equivocarse, y que hacerlo forma parte de la vida.

No podemos evitar todas estas influencias que reciben de su entorno, pero sí contribuir a que entiendan que hay otra forma de enfocar los errores, más allá de entenderlos como un fracaso.

Los niños necesitan saber que se pueden equivocar (las veces que sean). Por el contrario, no deben sentirse presionados para hacerlo todo bien pues podrían desarrollar ciertos patrones poco saludables. Hablamos por ejemplo de una autoexigencia excesiva, o de una constante búsqueda de la perfección, algo que puede acabar generándoles incluso ansiedad o depresión. Los niños, como todos, deben poder equivocarse.

1. Habla también de tus errores

No se trata de explicar todo aquello en lo que, como padres, nos hemos equivocado, sino de contar, de vez en cuando, algún error que hayamos tenido. Y sobre todo, normalizarlo, explicarlo con naturalidad.

Recuerda que somos el espejo de nuestros hijos para muchas cosas (somos su modelo), y si ven que nosotros nos equivocamos como ellos, y además, lo contamos con naturalidad, podrán también integrar los errores como parte de sus aprendizajes.

2. Busca algún aprendizaje

Animar a tus hijos a buscar cosas que hayan aprendido gracias a equivocarse puede ayudarles a mirar los errores con otros ojos (sobre todo, en los niños que son muy perfeccionistas). Se trata de encontrar algún aprendizaje (no hace falta que sea algo bueno sí o sí; tan solo, algo que se haya aprendido).

Por ejemplo; un niño se puede equivocar a la hora de hacer un pastel, porque ha puesto demasiada levadura. Pues bien, con esto ha podido aprender que no es necesario poner tanta para que el pastel salga bien. Es un ejemplo sencillo, pero podemos encontrar múltiples en el día a día de nuestros hijos.

Si nunca fallas, es señal de que no estás probando nada verdaderamente innovador.” -Woody Allen-

3. Pero… no todo error entraña un aprendizaje

Como decíamos en el punto anterior, claro que hay muchas veces en que nos equivocamos en algo, y acabamos aprendiendo algo muy valioso gracias a ello. Y está genial ser capaces de apreciar ese aprendizaje. Sin embargo, tampoco sería realista transmitir el mensaje de que “de todo se aprende algo, siempre”.

Esto podría generar presión y frustración en los niños que no siempre consiguen ver algo “positivo” en sus errores. Se trata de hacerles llegar el mensaje de que sí, en muchas ocasiones se aprenden cosas, y está genial buscar esos aprendizajes, pero no siempre es así y no pasa nada.

4. Está permitido equivocarse

Es importante dejar claro en casa que equivocarse está permitido; que no es motivo de castigo o de riña. Se trata de incorporar este mensaje en nuestro día a día, cuidando la comunicación con nuestros hijos: “te puedes equivocar”, “no pasa nada”, “esto es difícil, es normal que no te salga a la primera”, “todos nos equivocamos”, etc.

Podemos incluso, si nos animamos, colgar un cartel con este mensaje “en esta casa está permitido equivocarse“, en algún lugar visible.

5. Trabaja la gestión de la frustración y la aceptación

Hay niños a los que no les gusta nada equivocarse, y lo pasan muy mal cuando se equivocan; pero no tanto por el “error” en sí, sino por las dificultades que tienen para tolerar y gestionar la frustración. Enséñales cómo pueden hacerlo (por ejemplo, canalizando esta rabia a través del dibujo, de la música, simplemente aceptando que está ahí, validando sus emociones…).

Y por otro lado, trabajar en la aceptación de esos errores también es importante. Una idea para hacerlo es compartir con ellos ejemplos de errores pasados, algo que puede ayudarles a gestionar sus propias decepciones (al ver que en el pasado se equivocaron y lo “superaron”, pueden volver a aceptarlo ahora).

6. Cuida tu reacción a sus errores

Cómo reaccionamos a los errores de nuestros hijos condiciona en gran medida cómo ellos viven los errores. En línea con ello, la psicóloga e investigadora norteamericana Carol S. Dweck explica desde hace años que la clave de la resiliencia de los más pequeños está en la actitud de los propios padres hacia el error.

Lógicamente, también les condicionan las reacciones de su entorno (escuela, amigos, otros familiares…). Pero todo aquello que esté en nuestra mano puede ayudarles a vivir los errores de otra manera.

La clave de la resiliencia de los más pequeños está en la actitud de los propios padres hacia el error.
Así, se trata de cuidar nuestra reacción a sus errores. Algunas ideas para empezar son:
  • Cuidar nuestro lenguaje; evitar comentarios como “otra vez te has equivocado”, “es que nunca aprendes”, etc.
  • No castigar o sermonear cuando se equivocan.
  • Normalizar sus errores; “no pasa nada, lo podemos intentar otra vez”, “es que era muy difícil, es normal que te equivoques”.
  • Valorar su esfuerzo: “aunque ahora no te haya salido bien, te has esforzado mucho, enhorabuena”.
  • Corregirlos en privado, nunca delante de los demás.

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