La solidaridad nace en la familia

Todos queremos vivir en un mundo solidario y todos deseamos que nuestros hijos lo sean. Esto es así seguramente porque entendemos que para vivir en paz y armonía con los demás, debemos desarrollar la capacidad de darnos cuenta de las necesidades que tienen e intentar cubrirlas. Es exactamente esto lo que se entiende por solidaridad.

Al igual que ocurre con otros valores, la solidaridad es un valor que se puede y se debe aprender. Además nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para sembrar la semilla de la solidaridad en nuestra familia.

Te damos algunos consejos para hacer la tarea más sencilla:

  • Sé un buen ejemplo

No nos cansaremos de decirte que tu ejemplo es lo más importante. Se amable, generoso, implícate en obras sociales, compra productos en tiendas de comercio justo… y tus hijos te seguirán.

  • Enséñales a compartir desde pequeños

Aunque los niños pasan por fases en las que el egoísmo es protagonista, no por ello debéis dejar de insistir en la importancia de compartir con los demás aunque sean escasas sus pertenencias. ¡Aprovechemos la plasticidad de la infancia para inculcar este tipo de hábitos!

  • Haz florecer su empatía

Ponerse en el lugar del otro es un ingrediente básico para fomentar valores como la solidaridad. Sólo si me hago una idea de qué pensamientos y sentimientos tienen los demás, seré capaz detectar las necesidades que tienen. En los artículos ¿EMPATÍA? ¿Eso qué y por qué es importante? Y Enséñale a tu hijo a ser empático te damos algunos consejos para hacer florecer la empatía en tus hijos.

  • Invítales a pensar

En ocasiones nuestros hijos viven en su burbuja y no son realmente conscientes de las dificultades por las que otras personas pueden estar pasando. No está de más que de vez en cuando les hagamos pensar y les mostremos la realidad en su totalidad. Ver esta otra cara de la moneda también les ayudará a sentirse afortunados y agradecidos con lo que tienen.

  • Promueve la cooperación en casa

La cooperación da lugar a la solidaridad y viceversa. Puedes animar a tus hijos a que se ayuden entre ellos con los deberes, que participen en el cuidado de la mascota, que realicen tareas domésticas… Asigna pequeñas responsabilidades cotidianas que contribuyan a una sensación de unión y al buen funcionamiento de la familia.

  • Corrígeles de forma constructiva

Si aparecen comportamientos contrarios a la solidaridad como el egoísmo o la intolerancia, es un buen momento para no sólo desaprobar dichas actitudes sino para inculcar la solidaridad. No te limites a decir lo que está mal da un paso más allá y muestra cómo hacerlo correctamente en la próxima ocasión.

La solidaridad nos invita a sentirnos parte de un todo más grande que nosotros mismos. Parafraseando a Alejandro Dumas: “Todos para uno y uno para todos”, esa es la esencia de la solidaridad.

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