La moral en una nuez

                              En 1944, el entonces Secretario de Educación Pública, el maestro Torres Bodet, pidió a Don Alfonso Reyes, la elaboración de un manual que contuviera la guía moral para el país que deseaba ser, en pleno conflicto mundial.

A ese cuadernillo, el poeta, ensayista, prosista  y filósofo, lo titulo “Cartilla moral” y desde entonces se aplicó el término “leer la cartilla” al ejercicio de llamar la atención a alguna persona atendiendo al cumplimiento de una regla ética y de conducta.

Una verdadera cátedra de comportamiento, lo constituyen las sabias palabras impresas en el opúsculo, vertidas en una época en la que los odios y las venganzas, habían hecho presa del común vivir de la sociedad Europea y a su vez, impactado en el ánimo de un pueblo mexicano ignorante y sumiso que se debatía por entre las ideas del anarquismo, del socialismo Cardenista y la “cuasi derecha” de Ávila Camacho.

Dicta el maestro en sus primeras ideas: “El bien es una cuestión de amor y de respeto. Es amor y respeto a lo que es bueno para todos y aversión a lo perjudicial. No todo está permitido. Lo excluido es aquello que está mal, que causa mal. El bien es benéfico, y el mal es maléfico.

El bien no debe confundirse con nuestro interés particular en algún momento de nuestra vida. No debe confundirse con nuestro provecho, nuestro gusto o nuestro deseo. El bien es un ideal de justicia y de virtud que puede imponernos el sacrificio de nuestros anhelos, y aún de nuestra felicidad o de nuestra vida. Pues es algo como una felicidad más amplia o que abarcase a toda la especie humana, ante la cual valen menos las felicidades personales de cada uno de nosotros “.

Las constantes sociales que se debaten entre la relatividad del pensamiento y la comodidad de los actos, plantean un panorama obscuro sobre la permanencia de los valores como pilares del común vivir y lo complican.

Sencillo es vivir honestamente, (pero no divertido); No dañar a otro (¿Pero luego como gano? Y dar a cada uno lo suyo (¿Pero yo por qué?).Simple, pero también implacable.

Ya Borges señalaba:”Es de hierro tu destino, como tu juez” y si bien es cierto que las acciones están precediendo a los pensamientos, la facilidad con la que rechazamos a las cosas buenas es inversamente proporcional a la propensión al vicio y la injuria.

Para Reyes, la familia es la piedra angular del comportamiento moral de un pueblo y su maestra, cuando señala: “El hogar es la primera escuela. Si los padres, que son nuestros primeros y nuestros constantes maestros, se portan indignamente a nuestros ojos, faltan a su deber, pues nos dan malos ejemplos, antes que educarnos como les corresponde. De modo que el respeto del hijo al padre no cumple con su fin educador cuando no se completa con el respeto del padre al hijo. Lo mismo pasa entre hermanos mayores y menores. La familia es una escuela de perfeccionamiento. Y el acatamiento que el menor debe al mayor, y sobre todo el que el hijo debe a sus padres, no es mero asunto sentimental o místico; sino una necesidad natural de apoyarse en quien nos ayuda, y una necesidad racional de inspirarse en quien ya nos lleva la delantera.”

En estos momentos de duda promiscua e indefinición, en donde todos se quieren transformar en el libro y la doctrina, a fin de dictar la clase de comportamientos que deben ser introducidos en la sociedad, como extrañaremos que alguien verdaderamente nos lea la cartilla o al menos, no la reviente en la cara, pero esos maestros se dan en pocos y van muriendo.

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