Ha llegado la hora del cambio

En casi cien años la ciudad de Saltillo, ha sido gobernada por un bipartidismo que entendió la función pública como un campo de negocios privados, donde ha faltado la ética y la moral, predominando la opacidad y la corrupción. 

Después de una alternancia simulada en los últimos veinte años, el trabajador y el obrero de Saltillo, viven en una isla solitaria de carencias, en medio de una gran prosperidad material. Noventa años después del primer alcalde priista, las inversiones públicas han priorizado el enriquecimiento de unos pocos sobre el bien común, siendo el resultado de contar con tantos barrios abandonados a su suerte, con escaso equipamiento y zonas de convivencia –como los parques y jardines– en total abandono, con excepción de La Alameda y algunos en las zonas residenciales. Saltillo es una ciudad dividida, en más de 800 colonias, de las cuales el 60% es de tipo popular y de interés social. De acuerdo con el CONEVAL, en 2017 había en Saltillo 252 mil personas en vulnerabilidad por carencia social, padeciendo los efectos de la pobreza.

Existe en Saltillo, una población mayoritaria que trabaja, construye y crea bienestar en y para la ciudad. Ellas y ellos son las y los obreros y obreras de las fábricas, albañiles, carpinteros, plomeros, electricistas, jardineros, empleadas de las tiendas de conveniencia y misceláneas, empleadas domésticas y otros, siendo la base de la gran pirámide de la sociedad productiva y quienes sostienen la economía de esta ciudad. 

Ahora se presentan las condiciones para un cambio en el gobierno de esta ciudad, en beneficio de las vecinas y vecinos de colonias populares y de interés social. 

Es tiempo de rebelarnos y perder el miedo. Ya basta de impunidad y de corrupción. La rebeldía debe orientarse al cambio, al posicionamiento del ciudadano con valores diferentes y la decisión de terminar con el sometimiento y el engaño, de terminar con la compra de la conciencia de los ciudadanos por una despensa, un tinaco, una tina de impermeabilizante, un bulto de cemento o dinero en una tarjeta. No se vale seguir con los mismos que nos han gobernado y promovido la impunidad, la corrupción y la pérdida de dignidad y calidad de vida. Con el voto podemos lograr que se respeten nuestras decisiones y que no manipulen nuestras conciencias, aprovechándose de la miseria y abandono en el que están miles de saltillense.

Es tiempo de recuperar la dignidad, la libertad de conciencia y de pensamiento y que no exista la necesidad de venderse o sentirse acosados con la amenaza de pérdida del empleo, o de no poder encontrarlo. Libertad es tomar decisiones estando bien informados, bien alimentados, y con trabajo, con buena vivienda, agua, comida y ropa adecuada y digna. 

No habrá descanso ni tranquilidad en Saltillo, hasta que todos los ciudadanos tengan garantizados sus derechos humanos, civiles, culturales, económicos, políticos y sociales. Este 6 de junio puede ser el día en que esto se convierta en realidad. Y cuando esto ocurra, sentiremos la presencia de la libertad. Cuando esto ocurra lo sentiremos desde cada colonia y cada barrio, donde seremos capaces de apresurar la llegada de la justicia.

Por todo lo anterior, se debe de gobernar con un proceder honesto y con un profundo respeto a los derechos humanos y sin corrupción. Y que no haya protegidos, ni sobornos, o mordidas, ni simulaciones. Que se cumpla la ley sin medianías. 

La inseguridad, que es hoy por hoy la principal preocupación de los saltillenses, ilustra bien esta diferencia de alternativas. Actualmente vivimos en medio de una ciudad urbanizada, aceleradamente marcada por la fragmentación social y la conservación desigual de los espacios urbanos, gobernada por una institucionalidad dominante, precaria e ineficiente. El orden público y la inseguridad tienden a resolverse con soluciones autoritarias, dejando esta responsabilidad en manos de la fuerza pública; en lugar de fundamentar la seguridad desde el espacio mismo de la convivencia, por medio de una estrategia que elimine las causas estructurales de la desigualdad social, a través de auténticos procesos educativos y de inserción eficaz de los ciudadanos en las actividades económico-productivas. 

Este 6 de junio triunfará la democracia si los ciudadanos votan para poner fin a las desigualdades, a la inseguridad, al mal transporte y los malos servicios. La justicia social podrá triunfar sobre el egoísmo, pero también sobre la demagogia, el paternalismo y el populismo, sobre el ofrecimiento engañoso, sobre la mentira de quienes proponen cosas y son incapaces de cumplirlas. La política que queremos para la ciudad, es una que sirva a los intereses de los ciudadanos, que nos permita soñar con un Saltillo mejor y no cambiar para seguir iguales. Votemos por el cambio, para bien de los saltillenses.

Rodolfo Garza Gutiérrez

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