Francisco, su visita.

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La visita del Papa Francisco resultó sumamente comentada, los comentarios no tan solo no fueron en el mismo sentido sino que hubo diferencias abismales entre unos y otros, desde quién todo lo considero extraordinario y de gran beneficio para la grey católica y para todo el país hasta los que cuestionaron la visita considerándola inútil, muy costosa, molesta y manipuladora o distractiva de la realidad nacional.

Evidentemente esta polémica o discusión generada principalmente en redes sociales representa la primera consideración que podemos apuntar a favor de la visita, el hecho de que sobre este asunto se opine, se argumente, se fije una posición y que se haga de manera tan numerosa no es un asunto menor, todo los ejercicios que abonen la construcción de la opinión pública, por vía distinta a la de los medios de comunicación formales, ayudan contra los patrones de indolencia, apatía y conformismo y fortalecen la posición ciudadana.

Habrá que apuntar, sin embargo, que en los extremos de las posiciones hay pendientes muy evidentes, por el lado de los opositores: ateos, agnósticos y contrarios al catolicismo muchos comentarios fueron intolerantes, insultantes, francamente groseros las mismas opiniones expresadas de manera firme, clara pero respetuosa hubieran merecido una consideración distinta a la descalificación qué sucedió por la agresiva forma de plantearlas; por el otro lado, la amplia cobertura de la mayoría de los medios de comunicación formales – especialmente las dos televisoras de cobertura nacional- pareció más un ejercicio de propaganda a favor del sistema.

El Papa Francisco llego a cumplir puntualmente su agenda, muchos hubieran querido qué fuera otra , con distintas connotaciones o con determinados énfasis, y por eso no les gusto, pero el cumplió la suya, la que él diseñó o cuando menos la qué aprobó. Me parece que tenia que conciliar una agenda que soportara su rol de Jefe de Estado, de líder religioso y referente mundial de autoridad moral. Esto, desde luego, no sólo no resulta fácil sino que presenta aspectos que de por sí parecen opuestos o contrarios.

En su rol de líder de la iglesia católica la reunión con los obispos género comentarios de reconocimiento y aceptación, su discurso fue ampliamente aplaudido, mereció elogios casi unánimes: el contenido, el tono, la oportunidad, la franqueza y la humildad. Quedó claro que él se ubica en el sector progresista de la iglesia católica y su principal reproche fue a la conducta o actitud “faraónica” de no pocos obispos. Evidentemente un amplio sector conservador fue incomodado con estas menciones. Se extraño alguna mención a la pederastia.

En su rol de jefe de estado, salvo algunos incidentes menores, parece haber cumplido puntualmente – muchos dicen que de más – con los requerimientos protocolarios, esto implicó correr cortesías y soportar situaciones de parte de sus anfitriones qué dieron lugar a los primeros cuestionamientos. La presencia del Presidente Peña, de su esposa y de distintos funcionarios públicos, desde Secretarios del Gabinete hasta gobernadores, pareció excesiva y aprovechada. Las pasarelas interminables, la melosidad casi frívola, el nulo afán republicano, la ausente conducta laica y el discurso inconsecuente de las autoridades mexicanas sumadas a su antecedente de corrupción y de impunidad acreditaron una constante de cinismo descarado y oportunista.

Su autoridad moral, cuando menos, no fue aprovechada de la mejor manera, sus referencias a corrupción, impunidad, desapariciones, homicidios colectivos relevantes – Ayotzinapa-,etc. fueron genéricas o nulas, desde luego, que a muchos nos hubiera gustado referencias precisas y concretas a algunos de estos temas, para el país hubieran sido de enorme utilidad pero claro que cualquier comentario puntual sobre estos asuntos serian en clara referencia crítica o desaprobatoria al gobierno de Peña y reñían con su condición de jefe de estado.

Algo intrascendente, ni siquiera útil para el registro anecdótico, pero que me dio gusto, el Papa se negó a recibir un regalo que le ofreció el Gobernador Moreira.

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