El voto

El voto es la fórmula utilizada en la mayor parte del planeta tierra para decidir quién gobernará y quiénes formarán parte del poder legislativo. El acto de votar, algo que individualmente lleva menos de un minuto y que podría juzgarse como muy simple, tiene un impacto definitivo en la construcción de las relaciones políticas de las naciones modernas.

El sufragio es la expresión de la soberanía popular, por ella se crea un vínculo entre gobernantes y gobernados de forma tal, que éstos tienen el poder de retirarles a los primeros el poder que en un determinado momento les confirieron, ahora mediante el desafuero o la revocación de mandato.

La voz del pueblo que se expresa en las urnas es un conjunto amplio y complejo de múltiples expectativas, necesidades, propuestas y diagnósticos; esa diversidad es reconocida por el sistema político democrático, es vista como connatural, de ella surge el atributo de la tolerancia como derecho de todos a expresarse y como garantía para que la pluralidad pueda recrearse de manera civilizada.

El voto legalmente emitido es la voluntad del pueblo que decide cuáles opciones y a cuáles candidatos prefiere y quiénes obtengan la mayoría de las adhesiones ciudadanas legítimamente deben ser aceptados como representantes de esa mayoría coyuntural, porque mañana pueden ser minoría. Así, el voto viene a sustituir al uso de la fuerza para la resolución de los conflictos políticos y sociales.

Para el ciudadano votar es una acción que tiene un costo, se requiere el esfuerzo y tiempo para acudir a registrarse en el padrón electoral; además de ubicarse en su casilla e ir a votar el día de los comicios; pero el ciudadano no puede llegar a votar a ciegas, debe llevar una información, por mínima que sea, la que le permitirá distinguir entre los partidos políticos y sus candidatos y estimar cuál será el beneficio que obtiene de votar.

La igualdad de todo ser humano ante la ley la vemos hoy como un derecho natural; sin embargo, se ha logrado después de largas e intensas jornadas de lucha. En el siglo XIX ejercer el derecho al voto implicaba cubrir un conjunto de requisitos ligados con la educación, a la clase social y a la propiedad. La Constitución de 1917 convirtió a todos los varones mexicanos en ciudadanos con el derecho de votar y a las mujeres se las mantuvo segregadas hasta 1953 cuando se reformó la Constitución para otorgarnos ese derecho.

Asimismo, el sufragio efectivo con todo y que fue el detonante de la Revolución de 1910, hasta hace muy poco realmente se ha venido forjando en una cultura electoral participativa cifrada en la confianza de que cada voto cuenta y se cuenta.

Este breve recuento deja ver que contar con los derechos y las obligaciones ciudadanas que ahora poseemos es el resultado de una lenta y compleja evolución histórica en la que se ha tenido que luchar contra todo tipo de privilegios y exclusiones para que el sufragio sea efectivo.

Si nos referimos a los atributos del voto reconocemos que es universal, o sea, a nadie se le puede excluir del derecho de votar, mas allá de las diferencias económicas, educativas, religiosas e ideológicas. Es secreto, no admite presiones de ningún tipo, sólo el que lo emite puede conocer su sentido. El voto es directo, no admite mediación. Es libre, debe ejercerse a conciencia sin que su emisión se vea condicionada. Es intransferible porque el ciudadano debe votar directamente, nadie puede ejercer el voto por otro.

Se sabe que en Coahuila estos derechos se violan secularmente, de formas variadas por parte del partido oficial, pero es responsabilidad y obligación de los partidos políticos y sus representantes exigir a las autoridades electorales, TEPJF, INE, IEC transparencia y sanción al fraude electoral.

Defender y promover el voto libre y secreto es asegurar el respeto a la institucionalidad que los mexicanos hemos construido. Por eso este 6 de junio, lo menos que podemos esperar de los partidos políticos, los candidatos, el TEPJF, INE y el IEC demuestren a la ciudadanía que son capaces de respetar la voluntad expresada en las urnas y apegarse a ella aceptando ese veredicto.

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