El adiós de un gran científico

Ruy Pérez Tamayo, eminente doctor patólogo y académico de la UNAM, destacado y reconocido divulgador de la ciencia en México falleció la semana pasada. Él sostenía que, “la ciencia es una actividad humana cuyo objetivo es producir conocimiento mediante el estudio de la naturaleza para generar nueva información”. La principal actividad del científico decía es pensar, pensar y pensar, por lo cual, el científico no tiene horario; el científico debe ser escéptico, un profesional de la duda para poder demostrar la verdad, más allá del sentido común y la vida cotidiana.

Durante quince años Ruy Pérez Tamayo dirigió la Unidad de Patología de la Facultad de Medicina de la UNAM en la que además fue profesor durante más de 50 años, trabajó en el Hospital General de México y en el Departamento de Patología del Instituto Nacional de la Nutrición, además de haber sido nombrado profesor emérito de la UNAM y jefe del Departamento de Medicina Experimental en el Hospital General de México.

También trabajó como profesor visitante en las Universidades de Harvard, John Hopkins, Minnesota, Galveston, Yale, Tel Aviv, Madrid y Lisboa, así como en Costa Rica, San Salvador, Panamá, Venezuela, Colombia, Chile y Argentina.

Publicó más de 160 artículos científicos en revistas nacionales y extranjeras y 69 libros (18 de temas científicos y 51 de ensayos históricos y de divulgación científica, por ello fue nombrado divulgador científico internacional, fue reconocido con diversos premios nacionales e internacionales, como Honoris Causa de diversas universidades y el Premio Nacional de Ciencias.  

Algunos de sus libros fueron en 1996; Avances recientes en amibiasis, en 1997; Microbios y enfermedades. La Colección, La ciencia para todos, en 2000; Ética médica laica, en 2002, Algunos aspectos de los problemas éticos generados por el Programa Internacional del Genoma Humano, entre muchos otros.

El científico aseguraba que como investigador él había encontrado que la principal patología que había en México es la pobreza en pacientes que no tienen servicio médico social, ni IMSS, ni ISSSTE, y ninguna fuente de atención a la salud, sólo la Secretaría de Salud, cuyos servicios son limitados.

El doctor Pérez Tamayo sostenía que las enfermedades de la pobreza son las infecciosas, como, la amibiasis, tuberculosis y la tifoidea que son características de la pobreza. Si estas personas tuvieran otro ambiente sanitario como agua potable, comida en por lo menos 2 veces al día e ingresos suficientes para sostenerlos, lo cual él veía lejos de superarlo ya que la injusticia social es una característica de la cultura en México, afirmaba.

Perteneció a destacadas instituciones, como la Academia Mexicana de la Lengua y el Colegio Nacional, su longevidad le permitió vivir una vida colmada de diversidades, maestro, investigador, médico, patólogo, por lo que podía decir que nada humano le era ajeno.

Como divulgador destacado colaboraba con sus pares para impulsar a los investigadores jóvenes a fin de que sus investigaciones científicas avanzan y llegan a ser publicadas, lo cual lo llevó a contar con un alto aprecio por parte de su gremio y lo indujo a fundar en 2016 un prestigioso concurso editorial: el Premio Internacional de Divulgación de la Ciencia Ruy Pérez Tamayo, al que se convoca bianualmente.

En fin, Ruy también fue un apasionado de la música, lo cual confirma su personalidad polifacética, asistía a los conciertos en Bellas Artes y en la sala Nezahualcóyotl, lo menos que se puede decir de este gran científico y hombre ilustre, fue que cumplió cabalmente su tarea engrandeciendo a nuestro país. Debo agregar que él fue mi maestro en la UNAM, siendo yo profesora y alumna ahí, por eso mi admiración y devoción.

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