Educar en la igualdad

El lunes pasado fue el día mundial de la educación, establecido por la ONU, a través de los programas de la UNESCO (organismo especializado del Sistema de las Naciones Unidas (ONU) para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Sobra decir que la educación es un factor fundamental para que nuestras sociedades avancen y progresen, es un elemento de justicia para las nuevas generaciones y que afecta a todo el resto de las causas sociales justas, aquí habría que considerar que la igualdad sexual debe incluirse en la lucha por una educación igualitaria para los niños y niñas, es una de las bases de solidaridad y justicia que afectan a toda la humanidad.

La desigualdad infantil es la escuela básica de todas las demás desigualdades, pero por desgracia es poco o nada atendida, porque en ella somos educados y la sentimos y captamos como “natural”, es un modelo que forma parte de nuestra conciencia, por ello la experimentamos e interiorizamos como una forma de vida; la desigualdad va acompañada de la superioridad: yo soy superior a esta niña, a esta raza, a esta clase.

 La desigualdad sexual viene a ser el soporte, la base de la que derivan las otras desigualdades y combatirla implica atacarlas a todas, por ello no puede haber causa más justa en el sistema educativo, ya que aquella es el ancla que fija el sistema patriarcal por ello es la clave primordial del sistema desigual, aunque no nos es evidentes, por ello hay que estudiarla porque no la vemos, es invisible porque la costumbre nos la hace imperceptible, escondida en lo “normal”, por eso la dominación de los hombres hacia las mujeres es tan difícil de combatir; socialmente no es lo mismo nacer hombre que mujer, esto, que parece tan evidente la generalidad humana no la reconoce, infinidad de mujeres sostienen: yo nunca he sentido discriminación por ser mujer.

 Nadie niega que los negros vivieron en un sistema de discriminación racial porque sus derechos civiles no les eran reconocidos, igualmente las mujeres por miles de años no tuvimos derechos civiles ni políticos, fue hasta el siglo 19 que ganamos el derecho de ciudanía por la lucha sufragista y en México más de 75 años después, además, un derecho civil es el de la propiedad y tampoco lo tuvimos por milenios lo que nos ha situado como segundo sexo.

Vivimos en sociedades formalmente igualitarias (artículos 1º y 4º constitucionales), tenemos una ley de la violencia en contra de las mujeres, pero la desigualdad sexual se reproduce en el sistema educativo por lo que hay que estudiar cómo se educa en las escuelas a los infantes de esta sociedad, la conciencia colectiva no capta la importancia de visibilizar la desigualdad sexual, se considera innecesario, pero es sustancial encontrar las causas, conocer y comprender la historia de la superioridad masculina dedicados a la esfera pública y su correlato en la inferioridad de las mujeres dedicadas a la esfera de lo privado porque somos frágiles, débiles por “naturaleza”. El feminismo socialista y marxista impulsó la igualdad sexual para que las mujeres participaran en la república de los trabajadores en igualdad de condiciones.  

Si comparamos la condición actual femenina con la de nuestras abuelas el balance es muy positivo porque pasamos de la ausencia de derechos a tenerlos y estar empoderadas para entrar al espacio público, ya no es posible en unas elecciones tener un discurso sexista, no es posible en muchos ámbitos sociales.

Pero nuestros infantes están siendo infectados por una socialización pornográfica que convierte a las niñas y las adolescentes en objetos sexuales al servicio de los varones les estamos dando una sociedad esquizofrénica, somos iguales pero… los y las docentes deben saberlo y armar con un discurso crítico a los infantes, fácil no es, al contrario, es duro pero hay que comprender la importancia de su profesión magisterial y situarse en la realidad social de sus alumnas para que ellas puedan interpretar la sexualización que se les presenta, y  los chicos pueden encontrar la visión de la masculinidad dominante que les quiere imponer modelos imposibles de alcanzar.

Esos estereotipos avasallantes pueden ser combatidos ayudando a los infantes y adolescentes a interpretarlos y que sepan que los docentes pueden orientarlos, ayudarlos a luchar por crecer en su dignidad y por un futuro solidario, fraternal de bienestar y paz.

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