De revoluciones

En la historia reciente de la humanidad algunos países han vivido procesos revolucionarios importantes, entendiendo por éstos las luchas internas armadas, intensivas en derramamiento de sangre, que han depuesto al sistema político existente e instaurar uno nuevo, bajo la divisa de mayor igualdad y justicia social. Algunas revoluciones han devenido en dictaduras, como la cubana; otras, en democracias, como la francesa; y otras más, en puntos intermedios, como la rusa.

En 1959 los cubanos se cansaron de las desigualdades generadas por el entreguismo del régimen de Fulgencio Batista al capitalismo norteamericano y se levantaron en armas, guiados por los hermanos Fidel y Raúl Castro, así como por otras figuras emblemáticas, como Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos. Batista pudo escapar con vida del país y Fidel asumió el poder hasta que se lo cedió a su hermano medio siglo después.

Los reyes franceses no tuvieron tanta suerte como Batista. Luis XVI y su esposa María Antonieta fueron guillotinados por los revolucionarios, quienes conquistaron los corazones del pueblo para su causa bajo la máxima de “libertad, igualdad y fraternidad”. Se instaló la Primera República Francesa, y después de un intento fallido de Napoleón de instaurar un imperio, la democracia se fue fortaleciendo hasta convertirse en un modelo en nuestros días.

Algo similar sucedió con la familia real rusa. La Revolución de Octubre tomó fuerza y los bolcheviques asesinaron a balazos al zar Nicolás II y a toda su familia, quien ya había abdicado. Después de 300 años, la dinastía Romanov llegó a su fin y Lenin llegó al poder para sustituir la monarquía, aunque constitucional pero de poderes absolutos, por un estado socialista, también absoluto, enarbolando la bandera de la igualdad social.

La nuestra no fue menos sangrienta. Murieron millones de mexicanos en una lucha por terminar con una dictadura que, aunque había puesto las bases para la industrialización del país, descuidó la distribución del ingreso. Las acciones de Madero llevaron a Porfirio Díaz a abordar el buque carguero alemán Ypiranga con destino a Francia, dejando atrás un país inmerso en una guerra civil que duraría una década.

México nació con la consumación de su Independencia dos siglos atrás y pasó una traumática adolescencia concluida hace cien años con el conflicto revolucionario. Desde entonces ha seguido un proceso de maduración basado en el fortalecimiento democrático e institucional.

Hoy, a un siglo de la culminación de la Revolución Mexicana, debemos recordar el pasado, valorar el presente y, sobre todo, repensar el futuro. Millones de compatriotas perdieron la vida por dejarnos un país con mayor libertad, justicia e igualdad de oportunidades. Honremos su memoria y vivamos sus postulados.

En la actualidad, el combate no se da en el campo de las armas, sino de las ideas. La verdadera revolución es permanente y está dentro de cada uno. En la medida en que cambiemos nosotros mismos, estaremos moldeando el futuro de nuestro país.

————————————————————————————————————————————————————————————————————
* “El contenido, conceptos y juicios de valor del presente artículo son responsabilidad del autor y no necesariamente son compartidos por la Edición, y/o los propietarios de este Periódico”.
————————————————————————————————————————————————————————————————————
Compartir