Barda autorizada en 2017 causó el desastre en El Campanario

El desastre en el fraccionamiento El Campanario se gestó, realmente, el 15 de mayo de 2017, cuando el entonces alcalde, Isidro López, autorizó a la empresa Desarrollos y Proyectos Mendel, S.A., de C.V., la construcción de una barda perimetral de 2.5 metros de altura, en la calle prolongación Centenario de Torreón, en el fraccionamiento Torrecillas y Ramones, justo sobre el cauce del arroyo El Blanco.

A este arroyo baja el agua que se acumula en las huertas de Arteaga, y se convirtió, en los hechos, en una represa. Con las fuertes lluvias que dejó “Hanna”, esta represa acumuló volúmenes incalculables hasta que simplemente estalló.

El caudal llegó hasta la barda del desarrollo habitacional Rincón de los Encinos y buscó una salida natural, hasta que irrumpió, literalmente, como un tsunami, en el fraccionamiento Campanario.

La barda perimetral en Rincón de los Encinos y que finalmente desvió el caudal hacia El Campanario fue autorizada por el mismo Cabildo en 2016 y significó un elemento más para una cadena de eventos que desembocó en el desastre.

No se trató de una inundación paulatina en El Campanario, sino la irrupción violenta y súbita de un gran caudal, que alcanzó una cresta de 3 metros de altura y por ello el nivel de daño que registran al menos 45 residencias.

El desastre tiene en funcionarios de primer nivel de la anterior Administración municipal, responsables directos que nunca consideraron que, al taponear el cauce natural de un arroyo, como El Blanco, que además recoge escurrimientos de la sierra de Arteaga, se pondría en riesgo a todos los fraccionamientos de la zona.

Y eso fue lo que ocurrió. Las lluvias extraordinarias que trajo la tormenta tropical “Hanna” exhibieron finalmente yerros y omisiones de la pasada Administración que resultaron en la tragedia que viven hoy los residentes de El Campanario.

Zócalo

Compartir