Ayer

Al iniciar esta columna aún no comenzaban las marchas del Día de la Mujer, pero me alegró mucho mirar el VANGUARDIA de color morado, nuestro color y destacando las prioridades de la lucha feminista, la igualdad, la falta de oportunidades en ciencia, la permanente violencia física y psicológica y el Saltillo de rostro masculino.

Nuestro periódico enfatizó en su editorial la necesidad de hacer conciencia sobre los rezagos inaceptables que padecemos las mujeres plasmados en las desigualdades y violencias ejercidos en contra de los grupos femeninos más vulnerables, las niñas, las adolescentes y adultas mayores, ahí se señala que en esta sociedad ser mujer no es bueno porque de por sí implica desventajas que deben superarse, deben, pero ¿cómo cuál es la ruta menos ardua? porque quien entra en ello es etiquetada con los peores estereotipos sociales.

Me parece que la única ruta viable es “la conciencia” que no deja de ser ardua, lenta, porque concientizar es un trabajo sin tregua, continuo para lograr modificar conductas que hacen daño, que provocan violencia, como creer que los hombres son superiores porque físicamente son más fuertes y gracias a ello y en parte por eso son los proveedores en el hogar, aunque desde las últimas décadas del siglo pasado, las mujeres nos hemos incorporado al trabajo fuera del hogar y económicamente remunerado, lo que ha sido un paso muy importante al lograr independencia económica, lo que a muchos varones, maridos y hermanos masculinos les causa rabia y se vengan maltratando físicamente a las mujeres del hogar, novias o amigas.

La lucha en contra de la misoginia es el instrumento principal para atraer la conciencia de la igualdad de género y de sexos y en contra de la percepción que se construye de que las mujeres somos adornos o desechos.

Mi experiencia como participante del feminismo comenzó siendo docente de la UA de C, entonces la maestra Alma Rosa Garza del Toro y quien esto escribe solicitamos a la Rectoría establecer institucionalmente una Agenda de Género y se autorizó, gracias al apoyo del rector y del Coordinador de Estudios de Posgrado Francisco Osorio se inició una intensa actividad de concientización a las estudiantes sobre sus derechos como mujeres y la necesidad de denunciar malos tratos y violencias por parte de varones profesores y alumnos, fue un etapa rica en experiencias, la Agenda de Género continua en la UA de C pero sin visibilidad, mientras que en multitud de universidades públicas estos programas se han fortalecido institucionalmente, basta ver a la UNAM, la UAM, Sinaloa y muchas otras, y es que la situación de la UA de C es muy lamentable, sumida en la corrupción, esto duele.

En cuanto a mi posterior experiencia en el feminismo, sin pertenecer institucionalmente a ninguna organización y gracias al apoyo respetuoso de Vanguardia he publicado multitud de columnas y del feminismo en general en pro de los derechos de las mujeres.

Coahuila es un estado en decadencia, el moreirato abona a la corrupción entre hombres y mujeres, multitud de burocracias en instituciones anticorrupción que no son sino organismos de empleo, para que nombrarlas, usted las conoce.

Es preciso fortalecer a las organizaciones feministas para que ganen un lugar digno en la sociedad local; leyes, leyes y más leyes en pro de las mujeres es lo que ha hecho el moreirato, pero esas leyes son letra muerta, los primeros lugares en violencia contra mujeres lo dicen todo. La equidad de género, no discriminación y el derecho a una vida libre de violencias aún tienen mucho camino por recorrer.

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