Apodos

El juicio de Genaro García Luna en la corte de Brooklyn ha mantenido los reflectores de todo el país, aunque el juicio sanciona los posibles delitos cometidos contra la Unión Americana, México lo ha visto como un cumplimiento de campaña y acto de justicia. Lo aprovechó el Presidente, el Canciller Mexicano y muchos otros. Allá han participado decenas de testigos, muchos bajo condena y que se acogen a los beneficios de ser testigos. Y empezaron el salpicadero a otros políticos.

Edgar Veytia fue fiscal en Nayarit y detenido en 2017 en EUA acusado de conspiración, distribución y fabricación de drogas. En 2019 fue condenado, por el mismo tribunal federal de Brooklyn, a 20 años de prisión. Tras su testimonio involucró al exgobernador de Nayarit Roberto Sandoval de pactar con diversos cárteles. “El Diablo”, nombre con el que apodan a Veytia y que bien pudiera haber advertido que no tenía la vocación de nana infantil, fue responsable del período más crítico en seguridad nayarita, miles de desaparecidos y una violencia que lastimó a todo el estado. El exgobernador Sandoval publicó en redes sociales que el dicho del diablo no es veraz. También involucró al expresidente Felipe Calderón de pactar con el cártel de Sinaloa y nos hizo pensar que la llamada “guerra contra el narco” fue una estrategia para afianzar el poder de ciertos carteles.

Declaró Javier Villarreal, exsecretario de finanzas de Coahuila y quien se encuentra bajo libertad condicional desde 2017. Villarreal afirmó que García Luna pagaba 25 millones en sobornos al periódico El Universal y salpicó a su jefe el exgobernador Humberto Moreira quien fue expulsado del PRI en el 2017. El Universal entre sus páginas desestimó las declaraciones afirmando que incluso ellos han revelado, y por ello ganaron un premio, los sobornos entre el gobierno y Televisa, por lo que, de existir algún soborno a sus filas ellos serían los primeros en publicitarlos. Humberto Moreira lanzó un comunicado en el que, palabras más palabras menos, afirma que los dichos del Sr. Villarreal son falsos, el actuó por su cuenta y por andar de confiado no supo lo que pasaba. 

Lo cierto, y de ello estoy seguro, que la función pública debe tener alguna vinculación con la alquimia y descubren el secreto para hacer rendir el salario y vivir en la opulencia al dejar el cargo. No puede ser resultado de la corrupción sino solamente de la bendita administración de los pocos centavos que se multiplican trayendo placeres a quienes desde la trinchera de sus redes se defienden de lo dicho. 

El propio Presidente López Obrador, que empezó a darle fama al caso, seguramente ya se preocupó de todo lo que salga. Y después de responsabilizar a la justicia americana de que haga justicia para todo el pueblo, exclamó en una de sus mañaneras que debemos tomar con cautela el juicio, pero la tal cautela nunca se presentó y andan como reguero de pólvora los dichos de allá.

Capaz en una de esas, si seguimos de metiches, nos damos cuenta que hubo malos manejos. Y que “el diablo” no era buena persona. Genaro García Luna era apodado “el tartamudo” y “la metralleta” para aparecer en las listas de pago de diversos cárteles. También se le dijo, en su infancia “el chango” y “el diablo azul”. ¿cómo podemos dudar de alguien así? Cuando los nombres faltan y la vergüenza los esconde los apodos dan indicios, pero bueno, habrá que acordarnos: “yo te conocí cerezo, por eso ni me inclino ni te rezo…”

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