Los pactos oscuros del poder en Coahuila (1 de 3)

El moreirato no fue producto de la casualidad, como no lo es que Miguel Ángel Riquelme Solís sea gobernador y tampoco lo que sucede bajo las mesas políticas y empresariales, lo que se fragua desde ahora en los oscuros sótanos de los grupos de poder, para lo que sigue en Coahuila.

En este año 2020, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez (egresado de Movimiento Ciudadano y previsible candidato presidencial), en su defensa por los incendiarios que violentaron Guadalajara, se refirió a “cosas que suceden desde los sótanos del poder“?

Sí existen esos lúgubres, tenebrosos y maquiavélicos sótanos del poder en la política a la mexicana y sí existen en Coahuila. Y ahí, bajo el suelo y bajo las mesas, suceden los pactos oscuros.

Moreira I

Discurría accidentado el año 2005 y con él, el ocaso de la gestión gubernativa de Enrique Martínez y Martínez (Enrique había construido su ascenso al poder en Coahuila, por 25 años. Empezó casi, cuando a los 29 años fue el alcalde más joven de Saltillo, bajo el gobierno de Oscar Flores Tapia, amigo de su padre).

Un compromiso había contraído Martínez con el grupo que lo llevó al poder, el de sus amigos y compañeros de tantos años (que se la jugaron con él); el compromiso fue de heredar a uno de ellos el cargo, para que continuara el enriquismo, hasta el punto en que, en un sexenio no lejano pero nunca inmediato, su propio hijo Enrique II, fuese gobernador. Pero… en un poco más de 6 años, todo cambió.

Retrocediendo un poco en el tiempo político, hacia finales de 1999 en que se daba la sucesión de Rogelio Montemayor Seguy, Enrique estaba en la antesala de ser candidato a gobernador o ser ignorado de nuevo por el caprichoso Centro nacional (Rogelio le había sacado de la bolsa la candidatura por intercesión de Carlos Salinas de Gortari). Amenazó Enrique con irse a la oposición y ahí buscarla y eso le valió con el PRI-Gobierno. Fue entonces que un joven político poco conocido, brincaba la tranca de Montemayor y se echaba en brazos de Enrique (Humberto Moreira Valdés le ofrece sus artes, electorales, y su información del gobierno al que traicionaba. Enrique lo recibe, (emocionado con el chavo bailarín, que como escolar se colgaba la mochila del hombro).

Transcurridos 6 años, llegó el tiempo de decidir su propia sucesión. Enrique llamó a su tan cercano Chema Fraustro Siller, se quedaron de ver en la nueva casa de José María, allá en Los Silleres (con palapa y jacuzzi y ahí se vieron). ¿Jalas o no, Chema?, yo te hago gobernador por mis pistolas. Chema se acobardó y nuevamente le dijo no a una candidatura, antes le ofreció Martínez la de alcalde de Saltillo. Chema nunca se perdonó a sí mismo el dejar el camino libre a uno, ya más cercano que él y fuera del grupo de amigos.

Inventó Martínez una pasarela de aspirantes a sucederlo en la gubernatura, desde la candidatura del PRI: Raúl Sifuentes Guerrero (secretario de gobierno), Javier Guerrero García (secretario de finanzas), Humberto Moreira Valdés (secretario de educación), Jesús María Ramón Valdés (diputado), Alejandro Gutiérrez Gutiérrez (senador). Era una finta para vender democracia pero imponer al joven Moreira (el bailarín se lo había bailado, en 6 años superó a sus amigos, en afecto y preferencia).

Malalo, Abraham Cepeda, Alejandro Gutiérrez, Horacio Del Bosque, Carlos Ayala, Luis Antonio Valdés, y otros enriquistas no daban crédito al cambio anímico de Enrique, el de no hacer candidato a uno del grupo y jugársela con un advenedizo mareador. El enriquismo acabaría de tajo por un capricho que nublaba la vista del amigo y lo hacía cometer un error que pagaría caro… y vean cómo ha pagado Martínez con los Moreira desbocados. 

Enrique se justificaba diciendo que el profe Moreira no tenía dinero ni roce con la IP (cosas ciertas), que era quien mas lo necesitaría como candidato (solo que no contó Martínez con que Humberto buscaría a los malos, amigos de su hermano Rubén y de su socio Ariel Maldonado Leza, y ellos le dieron dinero a pasto ¿y a cambió de qué? (Ah, esos pactos oscuros).

Una sola cosa pactó Enrique con Humberto, que, una vez gobernador, hiciese alcalde de Saltillo a su vástago Enrique Martínez y Morales, (quien ya animaba una carrera propia). El pacto nunca fue honrado. Al reclamarle el padrino “al ahijado”, un Humberto más inflado y terminante, le recordó a Enrique que… en la víspera de los destapes en aquel 2005, sacó a Javier Guerrero García de la secretaría de finanzas y lo puso a competir para serenar (o sustituir) al delfín Moreira y ese desgaste sufrido no se lo perdonaba. Martínez reviró a su ya lejano queriente, recordándole que él, Humberto, sin ser candidato siquiera, ya se empezaba a mandar solo y requirió de ese estatequieto.

Enrique II nunca fue alcalde y han transcurrido 14 años de moreirato. La relación Enrique-Humberto, se enfrió de cuerpo entero.

Moreira II

Nadie imaginó al inicio que Rubén el gordo fachoso controlaba psicológicamente a Humberto. Eso fue claro cuando en el sexenio del hermano menor, Rubén impuso todo el gabinete financiero, el judicial y sobre todo, controló lo policiaco y los giros negros (“todo Coahuila entregado a Los Zetas“, dicen en Texas).

Luego, le fue imponiendo Rubén a Humberto, todo un programa para su ascenso al poder absolutista. Rubén mandaba más que Humberto, en tanto, Beto se enriquecía endeudando brutalmente al estado. Rubén fue desmantelando todos los grupos políticos en el estado para ser solo él (ya no ellos). Saña especial tuvo con el de Enrique Martínez, sus celos con quien les canjeó el poder a un alto costo personal, eran bestiales. Entonces… ¿Rubén también pasó por las armas?

Llega al poder Rubén sin mayor contratiempo (aun con su nulo carisma, su ruda actitud y sus conductas criminales), claro, luego de comprar a Guillermo Anaya Llamas, el candidato del PAN y su contrincante arreglado y con el usufructo de la popularidad de su hermano El Bailador, que hasta entonces era el hacedor de caminos rurales, del populismo social y el señor de los puentes (nada se sabía de la deuda que fue de “cero” a 37,000 millones, ni de su truculenta construcción… dicen que Rubén tampoco sabía ¿lo creen?).

Si Alejandro Gutiérrez Gutiérrez y Armando Santana Guadiana Tijerina se adjudican la paternidad de “exponer la MegaDeuda de Coahuila por primera vez“, recién electo Rubén Moreira, que no durante la campaña, puede sospecharse que fue el mismo hermano malvado (Rubén, Caín Moreira) quien les dio la información a Guadiana y a Gutiérrez, para evidenciar a Humberto y no cargar con la culpa en su sexenio por iniciar. Ello lo demuestra la alianza evidente de Gutierrez, Guadiana y Moreira durante el sexenio del odiado Moreira e incluso ahora. Recuerden que Rubén impuso el nombre de Alejandro a una calle en Múzquiz, que Rubén jugó un rol preferente al lado de Luis Videgaray Caso, Manlio Fabio Beltrones Rivera y La Coneja, en el dinero lavado y del peculado, que salía de Hacienda, iba a los gobiernos del PRI vía participaciones federales, se cambiaba por otro sucio y luego a las campañas tricolores. Recuerden también los negocios de fracking y carbón entre Alonso Ancira Elizondo, Moreira y Guadiana.

Riquelme (Moreira III)

Para hacer dinero (miles de millones que no tenían y siempre desearon, “para ser y parecer”, porque aun con el legado de sus ancestros maestros insignes, en sus mentes reducidas se sintieron menos) y para comprar cómplices, Los Moreira hicieron pactos con políticos, con empresarios, con partidos, con organismos, con carteles y mafiosos… Son esos los oscuros pactos del moreirato.

¿En qué consisten esos pactos oscuros?
¿Qué rol juegan Alma Carolina Viggiano Austria, Jorge Juan Torres López y Héctor Javier Villarreal Hernández, en el clan?
¿Quiénes son los cómplices y pactados, los coconspiradores y más buscados?

¿Miguel Riquelme, el amigo de Viggiano, fue desde el inicio el seleccionado para seguir con la mafia Moreira, (sus atributos de agachado y prestanombres, le valieron para ser lo que nunca podría ser)?

CONTINUARÁ.

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